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— Madre, el hijo mayor de JaoXu ha salido. ¿Le seguimos? —Una voz joven preguntó, a la mujer que yacía sentada de espaldas, viendo en dirección de la ventana frente ella.

— No sera necesario, él ya no sera necesario para el joven amo. —La mujer respondió, el humo abandono sus labios rojos.

— Entendido.

— Espera. —La mujer le detuvo, la chica se dio la vuelta rápidamente.

— Si, Madame.

— Dile a los espias del palacio, que vigilen al concubino del Emperador. —Ordenó.

— Sí, Madame. —Ella se retiro, la puerta se cerro.

Una sombra apareció en el centro de la habitación. —¿Ahora tienes una hija?

La mujer dejo la pipa a un lado y se giro para ver al hombre en el centro de la habitación. Medio sonrió.

— Debía tener una tapadera, recuerda que en este mundo debo ser una humana.

El hombre se carcajeo. —¿Por qué ayudas a ese humano estupido?

Ella se encogió de hombros. —¿Aburrimiento? Que se yo, él es divertido.

— Estas jugando con juego, él se podría enojar contigo.

Esta vez fue ella la que se carcajeo. —No me importa, deje de tenerle miedo hace muchos años.

— Bueno, si tu lo dices. Cambiando de tema, que harás con el humano?

Ella se rio en silencio, había una extrala mueca en su rostro. —Su cuerpo esta plagado con mi veneno, sera un buen experimento para mis chicas.

— Disfrutas de volver a los humanos tus conejillos de indias.

— Por supuesto, es muy aburrido ser la dueña de este burdel, debo divertir a mis niñas. Y él, fue una presa fácil.

El hombre solo negó. —Sólo ten cuidado, el hijo del Emperador no es alguien comun, y el guardian del niño tampoco es alguien facil.

— Je, un zorro que no puede volver a su forma humana, un humano que tiene fuerza interna.... ¿debería temerles? Ellos son los que tendrían que temerme.

Suspirando, el hombre no dijo nada. Sabía que era una perdida de tiempo hablar con ella, desde que desertó y huyo de su mundo, no hay nadie que la pueda detener. Vaya desgracia de los humanos que se toparon con ella. Solo encontraran que la muerte es mejor que la vida siendo un conejillo de indias, para ella.

— Bueno, yo solo estaba de paso. Debo irme. —Dijo el hombre, moviendo sus hombros.

— ¿Sigues siendo el perro mensajero de su alteza? —Ella dijo con tono de burla.

Los puños del hombre se apretaron, sus nudillos se volvieron blancos con las venas marcandose. —Cierra la boca antes de que te corte esa lengua. —Amenazó.

Demonio y Emperador ; ©YoonminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora