Capítulo III

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Los rayos del sol se colaban por las ventas y se podía escuchar el canto de los pájaros, Yamaiko se acurrucó aún más entre sus sábanas, queriendo no despertar sin embargo, ahora era una noble, una señorita que tenía cosas que estudiar y administrar, perezosa mente salió de su cama había una campana al lado de su mesita de noche la cuál funcionaba para llamar a los sirvientes en este caso, esclavos.

Yamaiko lo medito por unos minutos, decidiendo no llamar a ninguno de sus servidores, ¿La razón...? Era una mujer, no podía llamar a un varón para ayudarla a vestirse y mucho menos para bañarse para eso necesita sirvientas, claramente la ahora noble no poseía más seguidores que sus lindos esclavos, aún que ya habían pasado días desde su llegada ningún interesado a llegado a llamar a su puerta, Yamaiko sabe la razón... O al menos espera creer saberlo, los "empleados" son recelos y muy desconfiados las noticias de la extraña heredera del Duque Egón (su abuelo) que apareció de la nada no atraen exactamente buenos rumores.

Yamaiko dejo a un lado sus pensamientos, estaba interesada en aprender más junto con Soei y de paso... ¡Mejorar un poco su reputación!.

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Una vez terminando de asearse la fémina se detuvo frente al espejo, su cuerpo era delgado y poseía algunas marcas como muestra de su dura vida antes de heredar la mansión y su estatus, se observó por varios minutos reflexionando que hasta ahora su vestimenta había sido demasiado sencilla para nada acordé a su título de dama, tampoco poseía joyas ni anillos que le ayudasen a resaltar, dejo salir un suspiro cansado, si quería encajar en su nueva vida debía cambiar algunos aspectos.

Salió de su habitación usando uno de sus mejores vestidos que aún hecho con fina tela su diseño resultaba muy común, se dirigió hacia su estudio donde pudo encontrar a su esclavo azúl, Soei había despertado hace horas y según las tareas que le había asignado su nueva ama, debía asistirla con sus deberes. Yamaiko no pudo evitar sonrojarse levemente cuando cruzó miradas con él, los recuerdos de su pequeño encuentro la seguían avergonzando sin embargo, trató de no manifestar culpa y mantenerse neutral.

- Soei... - llamó intentando de mantener un tono de voz normal, pero en cambio a lo querido su voz se suavizó demasiado, casi como si trataras de llamar a alguien con temor a despertarlo, se maldijo internamente.

- Buenos días, señorita - Soei en cambio mantuvo su personalidad habitual, pareciera haber olvidado lo que pasó, en el momento que su mirada tan fría e indiferente se posó en su ama... Yamaiko lo entendió.

Un esclavo, eso era el chico de cabellos azules, él había pasado por situaciones extremas y aquel encuentro erróneo entre los dos no significó lo mismo para ambos.

-Por hoy... Dejaré las tareas a un lado - avisó, sin más giro sobre sus tacones bajando las escaleras hacia el piso inferior.

- Cómo usted prefiera, ama - el peliazul se inclino respetuosamente.

Yamaiko de un momento a otro detuvo su descenso.

- Soei.. - llamó, obteniendo de inmediato toda la atención del pálido muchacho- Saldré de compras hacia el centro, alista el carruaje y... dile a Kei que vendrá conmigo.

Soei pareció procesar lo que su maestra acababa de ordenar, aún que temía dar su opinión... Esta vez tenía que protestar.

- uh.. Ama.. - Yamaiko volteo su rostro a un lado, dando a entender que lo escuchaba - Kei es débil y de cuerpo blando, en cambio, Rantaro sin duda le servirá mejor con todo tipo de cosas pesadas.

Yamaiko pareció meditarlo por unos segundos. - Muy bien, Rentaro vendrá también. - decidió llevar a ambos esclavos con ella, sin duda tenía mucho que comprar.

Los esclavos de la señorita.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora