Capítulo VI

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A primera vista las fiestas de té parecían echas para divertirse, sin embargo detrás de ellas se ocultaban largas horas de entrenamiento de tres horas o más cada día, cada pequeño utensilio por más insignificante que parezca, tenía un sólo propósito y funcionamiento, cada gesto y movimiento era apropiado ó inapropiado, Yamaiko estaba segura que se volvería loca.

— Señorita, por favor esfuercese — dijo Yiara con una mirada de súplica.

— Es... Lo que intento — respondió Yamaiko derrotada, su cabeza descansaba en superficie del gran comedor. — esto es más complicado de lo que pensé.

— Bueno, la fiesta de té es mañana, con lo que hemos practicado debería estar bien. — sonrió la sirvienta de manera nerviosa.

— Si... Aún que no puedo evitar sentirme inexperta — admitió levantando su rostro de la fina manera.

— No se preocupe señorita, lo hará muy bien — empuño tímidamente sus manos en un intento por animarla.

Yamaiko soltó un suspiro cansado — Gracias, Yiara. — hizo un esfuerzo para sonreír en respuesta — Quiero tomar un descanso, ¿Por qué no vienes conmigo? Visitemos el jardín.

Yiara no pudo evitar mostrar abiertamente su alegría, sus labios se curvaron inevitable en una sonrisa.

— Por supuesto, señorita.

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El jardín de la mansión Egón llevaba sin mantenimiento por un largo tiempo, sin embargo las rosas y todo tipo de flores elegantes creía saludablemente por todo el lugar, Claro... Más de lo que deberian, Yamaiko caminaba cuidadosamente mirando con curiosidad todo el espacioso lugar.

— Es hermoso, solo le faltan cuantos retoques — habló Yamaiko tratando tomar algunas rosas.

— Tenga cuidado — advirtió la sirvienta — Las espinas han crecido salvajemente, yo tomaré algunas para ustede, señorita.

— Huh, claro... Por favor. — sonrío algo incómoda, ya debió haberse acostumbrado, pero para una niña que creció como las mismas rosas fuera de las macetas, no era fácil.

La mirada de Yamaiko divago, encontrando un gran árbol a la distancia, era hermoso y sus grandes raíces se aferraban con fuerza al verde suelo debajo de él, la noble notó a alguien más a la distancia, se trataba de Luke quién también observaba al imponente arce, pero a diferencia de Yamaiko el tenía una mirada melancólica.

— ¿Con estas serán suficientes señorita? — preguntó Yiara con un ramo de rosas en sus manos y en el proceso sacando a la rubia de sus pensamientos.

— S-si, está bien... ¿Puedes llevarlas a mi habitación, por favor? — pidió amablemente, Yiara asintió un par de veces antes de marcharse desapaciendo de la vista entre los pasillos.

Yamaiko se dio la vuelta y camino tranquilamente hacia donde se encontraba su esclavo, Luke y Yiara no parecían tener una buena relación, por lo tanto no era buena idea hablar con uno en presencia del otro, tenía una conversación pendiente después de todo.

— Luke — llamó suavemente, asegurándose de no asustar al otro con su presencia.

El esclavo volteó a verla de reojo, por unos momentos hubo silencio pero finalmente el varón se arrodilló.

—¿Puedo preguntar algo?— La noble sabía que realmente no tenía que preguntar pero ella se juro internamente tratar a todos sus sirvientes cómo a cualquier otra persona.

—L-l-lo... q-que de-e-see... — Yamaiko por poco olvidó pequeño problema de Luke.

—Puedes levantarte — insistió pero el esclavo negó con la cabeza y permaneció en su lugar — bueno... Por alguna razón, ¿Yiara no te agrada?.

Los esclavos de la señorita.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora