Capítulo X

655 52 7
                                    

Varios papeles se encontraban esparcidos por el despacho de Yamaiko, la rubia miraba con curiosidad varios documentos dejados por su abuelo, de vez en cuando miraba de reojo a Soei, el esclavo se encontraba escribiendo algunas cartas que su maestra le había pedido enviar.

—¿Has terminado? — preguntó la noble pasando su brazo por los hombros del esclavo.

Soei se sobresalto un poco, aún no se acostumbraba del todo a los tactos tan repentinos.

—Asi es, señorita — dijo mientras sellaba la carta. — Se la enviaré enseguida a Lady Adelaide.

—Perfecto — dijo sonriente, sin embargo su mirada se torno confusa al leer un viejo documento en su mano — Antes de que te marches, Soei...

—¿Si? ¿Señorita? — el peliazul se acercó a la noble con extrañes.

—Cuéntame un poco sobre aquél caballero, la mano derecha de mi abuelo — comentó mientras examinaba aquel polvoriento papel —¿Es hijo de algún aristócrata?.

—Por lo que sé, no es así señorita — hizo una pausa — fue un huérfano que Lord Egón recogió y apesar de las contradicciones logró convertirlo en un caballero... Eso es todo lo que sé, lo lamento.

—No, no, eso es suficiente — afirmó con una sonrisa dibujandose en su rostro. — acabo de encontrar algo interesante.

-------------------------

Una carroza se detuvo en la entrada de la mansión Egón, un hombre de apariencia joven salió del carruaje, su aguda mirada observaba a una sirvienta de cabello castaño la cuál lo esperaba cerca de la puerta principal, anteriormente algunos siervos que vivían en el territorio de Lord Egón también trabajaban como servidumbre, sin embargo después de la muerte de su amo la mayoría terminó por aprovechar la oportunidad y escapó, actualmente todos fueron llevados de vuelta a su "hogar" y por supuesto Cassian se aseguró de castigarlos adecuadamente.

"Ninguno de esos malagradecidos deben olvidar la bondad de Lord Egón"

Pensó firmemente mientras caminaba hacia la mucama, por otra parte analizó por un momento a esa mujer que definitivamente no era uno de los siervos que el conocía.

"La nieta del Lord debió traerla aquí"

No pudo evitar fruncir el ceño al pesar en eso, "Si quería sirvientes, ¿por qué no llamo a los siervos?."

-Bienvenido, capitán Cassian Archibald... - la sirvienta se inclinó respetuosamente - La señorita Yamaiko lo espera en la sala principal, por favor, sígame.

El pelinaranja miro a Yiara con insignificancia pasando a un lado de ella.

-No te preocupes, conozco el camino - entró rápidamente cruzando los pasillos mientras era perseguido por la sirvienta.

-¡E-espere, por favor! - pidió mientras caminaba apresuradamente detrás del caballero.

Los pedidos de Yiara fueron ignorados y las puertas de la sala se abrieron abruptamente, cerca de los grandes sofás estaba parada una bella mujer de cabellos dorados... Y unos amenazantes ojos color violeta.

Los pasos de Cassian se frenaron, su mente se perdió en aquella conocida mirada, por un momento volvió a sentir aquella fría ventisca que lo arropaba todas las noches cuando apenas era un niño.

Aquél pequeño y débil huérfano abandonado a su suerte en las frías calles de la catedral, su destino era morir sin duda alguna, sin embargo Lord Egón lo recogió y le dió la oportunidad de demostrar su valía.

Los esclavos de la señorita.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora