Los pájaros cantaban alegremente, los rayos iluminaban la habitación de Yamaiko quién pensativa caminaba de un lado a otro, las puertas de su recamara se abrieron dejando pasar a Soei quién llevaba consigo un pequeño carrito de servicio, varios platos con diferentes comidas fueron dejados sobre una mesita en el centro de la habitación.
—Su desayuno está servido, ama... — avisó con una pequeña reverencia, sin embargo su voz no pareció llegar hasta su maestra. —... ¿Señorita?.
Los pasos de la rubia se detuvieron y volteó a ver a su esclavo -Oh lo siento, estoy algo pensativa.
—Mnm.. señorita, se que debe estar ocupada, pero debería darse un momento para descansar — el peliazul se acercó a Yamaiko y de manera dulce tomó su mano contra la suya. —No se esfuerce demasiado.
La rubia entrelazó sus dedos contra los de su esclavo, levanto su mano acariando la mejilla de su amante, Soei inclinó la cabeza aceptando el tacto.
—Lo sé, es sólo que no puedo evitar preocuparme.
—¿Es por su plan.. o por Kei? — preguntó mientras miraba los ojos de la noble ensombrecer
—Por ambos, nececito una oportunidad para llevar acabó el plan.... No sé cuánto tardará en llegar un momento perfecto — hizo una pausa —Por otro lado, Kei es aún muy joven y su pasado tan lleno de golpes y hambruna le está afectando en el presente..., no sé que es lo que tengo que hacer.
Soei apartó delicadamente la mano de su ama, se acercó y la envolvió entre sus brazos, sus dedos peinaban lentamente los cabellos dorados de la noble.
—Entiendo que todo se ha vuelto difícil para usted, de no tener mucho llegó a tener demasiado, se que quiere demostrar estar a la altura, pero ama... Todo estará bien, solo espere y las cosas se acomodaran en su lugar. — el esclavo tomó el rostro de su ama entre sus manos y con cariño depósito un beso en su frente.
—Soie... Muchas gracias. — Yamaiko dió un agradecimiento sincero pues las palabras de su esclavo le ayudaron a levantar el peso que sentía en sus hombros.
—Siempre estaré a su lado, ama — prometió con una sonrisa mientras inclinaba la cabeza.
—Yo también, lo prometo — susurró mientras sentía la calidez llenando su pecho, eventualmente una sonrisa se dibujo en sus labios. _Ahora... Soei, quiero que cierres los ojos.
—¿Huh?... - se sintió extrañado, pero sin dudarlo más obedeció la petición de su maestra. —Cómo ordene.
Lentamente Yamaiko se deshizo del abrazo, dió un par de pasos hasta su tocador y deslizó uno de los cajones inferiores, de este sacó una pequeña llave color plateada y volvió a dónde se encontraba su esclavo, delicadamente tomó el collar metálico del cuello de Soei, introdujo la llave en el cerrojo... entonces un "click" se escuchó por toda la habitación.
El collar cayó al suelo con un ruido sordo, un gran escalofrío recorrió el cuerpo del esclavo, gotas de sudor se resbalaban por su rostro de manera nerviosa.
—¿Señorita? — preguntó dudoso.
—Puedes abrirlos... — ordenó mirando con curiosidad la expresión de su esclavo.
Los ojos de Soei se ensancharon, era raro no sentir aquel peso extra en su cuello, nunca pensó que ese collar se desprendería de él.
—¿Te encuentras bien? — Yamaiko lo tomo de las manos —Tranquilo, Soei... se que es difícil, pero quiero quitar estás cadenas de ti, desde ahora deseo que seas libre.
El varón apretó las manos de su señorita, se acercó y junto su frente con la contraria.
—Mi señorita, desde que usted llegó a esta mansión... Mis cadenas fueron desapareciendo poco a poco, hace tiempo que me libero de mi prisión.
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Los esclavos de la señorita.
FanfictionUna huérfana descubre que tiene un abuelo y no sólo eso, si no que también le heredó una gran cantidad de dinero y bienes, feliz de poder tener una vida digna Yamaiko acepta, pero se dará cuenta que la mansión dejada a su nombre posee... cinco hermo...