Capítulo XIII

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Los ojos de Kei se abrieron con dificultad, sentía que su cabeza daba vueltas y su cuerpo estaba adormecido, miro a las direcciones encontrándose con las miradas preocupadas de sus hermanos, se encontraba acostado en la cama de su maestra mientras Yiara colocaba unos paños húmedos en su frente.

—¡Oh, despertó!—anunció la sirvienta.

Soei se acercó primero con una expresión de total preocupación —¿Cómo te sientes?.

—Kei... Está mareado—Respondió en susurró tratando de incorporarse pero fue detenido por Luke.

—No te esfuerces, por favor—pidió mientras volvía a acostar a su hermano menor.

—T-todo estará bien—aseguró Ukaru mientras tomaba la pequeña mano del menor—La señorita llamó a un médico, ¿Increíble, no? ¡Escuché que son muy caros!

—No es el momento para hablar de eso—interrumpe Rantaro—El médico dijo que no fue nada grave, solo estás esforzándote demasiado.

Kei asintió con lentitud podía fácilmente saber que eso era mentira, después de todo el es pequeño y débil, no es capaz de hacer las tareas que sus hermanos si pueden realizar, así que desde su punto de vista... No está esforzándose para nada.

La puerta hizo un chirrido, al voltear a ver se encontró con los amenazantes ojos de su maestra, solo que está vez había algo diferente en ellos, se veían entristecidos casi dóciles, además de un poco hinchados.

—La.. ama, ¿Está bien?—la voz del albino tembló entre sí cortada, no por miedo, si no por la garganta seca.

—Yo estoy bien—Yamaiko camino hacia Kei, sentándose al lado de la cama en dónde el descansaba—Solo estaba preocupada.

—No fue la intención de Kei... Preocuparla..

—No es culpa tuya—La rubia jugó con los cabellos de su esclavo acariciándolo—El doctor dice que te pondrás bien, solo necesitas descansar más.

—Pero, Kei debe recoger la correspondencia—Dijo con un tono entristecido—Kei no quiere que nadie más lo haga...

Los ojos de Yamaiko se nublaron, sus brazos rodearon al pequeño niño.

—Entonces, nada de cartas para mí.. hasta que te recuperes.

Una risa se escuchó por parte del menor, sus mejillas se enrojecieron.

—¡Kei se recuperará rápidamente, ama!

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Yamaiko miro el sereno rostro de Kei mientras dormía, de manera lenta y silenciosa se aparto de su lado, abrió lentamente la puerta para salir de su habitación, los rayos azulina del anochecer se colaban por las grandes ventanas de los pasillos, a lo lejos se podía visualizar a la gran luna en su esplendor, con los pies descansos la noble camino hasta el jardín trasero.

El aire frío recorrió su cuerpo, inhaló y exhaló  varias veces.

—¿No es demasiado noche para que una dama este despierta y sola?—la silbante voz de Luy hizo eco.

La noble miró hacia arriba, en la rama de un gran árbol se encontraba el esclavo, estaba sentado mientras observaba a la mujer.

—Necesitaba aire fresco—hizo una pausa—Pensé que en estos momentos estarías muy lejos de aquí.

Una carcajada se escuchó por parte del azabache —Ciertamente, debí hacerlo.

Los esclavos de la señorita.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora