Especial: Pastel.

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Nuevamente su mano se extendió en medio de la oscuridad de su habitación, cerró el puño en el aire, los fantasmas de la guerra no lo dejarán ir tan fácilmente incluso después de alejarse de ese campo de la muerte, se levanto de la cama mirando la luna llena aún en su punto más alto, la noche sería larga.

Lord Egón se quedó despierto, anotando diversas cartas las cuales dirigía a una sola persona "Cassian", ese niño huérfano le había sido más útil de lo que alguna vez pensó, con el tiempo se encargará de convertirlo en un caballero medianamente reconocido.

Dió un suspiro cansado, el papel y la tinta se acabaron rápidamente con estos los primeros rayos de sol se filtraron por su ventana, unos pasos se oyeron aproximarse y una sirvienta de cabello corto entro a la habitación, dió una reverencia profunda al percatarse que su señor estaba despierto.

—Buenos días, Lord Egón — la mucama intentó no mirar al hombre a los ojos —Su desayunó está listo, ¿Desea bajar al comedor?.

El noble se levantó de su escritorio y camino hacia la sirvienta, estuvo un momento en silencio hasta que decidió hablar —Prefiero el aire libre, muevan lo necesario al jardín principal, ¿Acaso no sabías eso?...

La joven mujer tembló visiblemente. —S-será como usted diga..., lo lamento, pero mi señor me está confundiendo, su sirvienta por desgracia falleció..., desde hoy seré su nueva sirvienta personal, mi nombre es-

Fue interrumpida por un suspiro de cansancio.

—Ah.. es verdad, ella tenía unos dulces ojos miel... Me encantaban. — comentó mirando a la ventana de su habitación, tratando de recordar algo más de aquella mucama, pero... No sentía que había nada más relevante aparte de eso —Como sea, ya no me interesa solo haz lo que te ordené.

El hombre mayor camino hacia la puerta dejando sola a la mucama, una vez las puertas se cerraron la mujer no pudo evitar entrar en pánico, después de todo no quería ser otro cadáver.

[•••]

Una pequeña mesa color blanca estaba siendo movida con dificultad, Rantaro trataba de usar todas sus fuerzas para cumplir con su trabajo y normalmente algo así no le costaría nada, sin embargo podia sentir a sus piernas flaquear debido a la falta de comida, hacía varios días que no probaba ni un bocado y ahora estaba viviendo las consecuencias.

—¡Lord Egón, bajará pronto! — anunció una sirvienta con preocupación.

—¡Maldición, apresúrate esclavo! — el sirviente arremetió contra el jóven.

Un golpe fue suficiente para hacer caer a Rantaro, el esclavo soltó un quejido de dolor.

—¿¡Ahora que haces?! ¡Levántate! — ordenó severamente, tomó al pelirrojo del collar metálico y jaló con fuerza.

—¡Agh! — el esclavo se puso de pie de manera dificultosa, los sirvientes especialmente los hombres lo golpeaban con insistencia para que apresurara su trabajo.

Una vez la mesa está puesta en su lugar, las mucamas colocan toda clase de platillos de manera rápida, por último los sirvientes se inclinaron al recibir a Lord Egón, el hombre mayor tomó asiento, su sirvienta personal se acercó más a él, pues su puesto la obliga a estar pendiente de cualquier inoportuno ó petición.

—¿Mnm? ¿Que hace Rantaro aquí? — preguntó llevándose un bocado a la boca.

—Oh, el llevó la mesa en su lugar, mi señor — contestó la pelinegra a su lado.

Lord Egón miro al esclavo detrás de los sirvientes, se encontraba cabizbajo y se veía terriblemente agotado, el hombre mayor hizo un gesto, entonces la sirvienta a su lado se acercó sutilmente, el noble le susurró algo al oído.

Los esclavos de la señorita.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora