Capítulo V

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Era una mañana calurosa, apenas Yamaiko sintió los intensos rayos del sol entrar por sus ventanas, se removió con gran incomodidad, entre abrió los ojos visualizando a una pequeña mujer esbelta con un hermoso cabello castaño recogido en una trenza, las cortinas habían sido abiertas, Yiara su "ahora" sirvienta la regreso a ver con una sonrisa nerviosa.

- ¡B-buenos días, señorita! - se inclinó mostrando respeto - Ya es hora de devantarse, he preparo un baño para usted, si me permite le ayudaré a vestirse.

Yamaiko miró a Yiara con ojos llenos de brillos, por fin tenía una sirvienta que le asistiera.

Aún que al principio fue un poco difícil acostumbrarse, la ahora noble está muy feliz con el trabajo de Yiara, le ayuda a elegir sus vestidos del día, le prepara baños increíble con todo tipo de aceites que ella ni siquiera conocía, le ayudaba a peinarse adecuadamente lo cual para la rubia es un regalo de los dioses.

Yamaiko es acompañada por su sirvienta casi todo el día, sin embargo hay excepciones, en cuando la noble se dirige a su estudio es momento de separarse por algunas horas.

- Me retiro señorita Yamaiko - anuncia Yiara - El almuerzo estará listo al medio día, ¿Desea que lo traiga a su despacho o por el contrario prefiera almorzar en el comedor está vez?.

Yamaiko sonreía activamente, sin duda la influencia de otra mujer le estaba ayudando.

- Hoy tengo mucho que hacer, trae el almuerzo a mi estudio, por favor.

- Claro que sí, señorita - Yiara devolvió la sonrisa con otra genuina.

Ambas intercambiaban sonrisas mientras unos oscuros ojos las miraban desde la distancia, Soei observaba detenidamente a la nueva integrante de la mansión Egón, la primera y única sirvienta real de su señorita, era algo torpe pero bastante capaz y sobre todo parecía agradarle a su maestra, tenía muchos talentos que la hacían mejor que él, sin embargo con solo el hecho de ser una persona libre la hacia elevarse por encima de todo lo demás.

- Bien, entonces - Habló Yamaiko sacando a Soei de sus pensamientos - Comencemos con esto, de lo contrario me quedaré en el estudio todo el día.

La mujer de ojos amenazantes entró a su despacho, el sirviente azul la siguió detrás de ella, pero se detuvo al último segundo, volteó mirando a la sirvienta.

- ¿Huh?... - ella se sorprendió un poco por la mirada inesperada, curvo sus labios una vez más.

Muchas sonrisas... Pensó Soei, no es que le molestaran, pero está en especial era falsa, él había desarrollado la manera de distinguirlas, le recordaba a esas muecas que su antíguo amo le regalaba para engañarlo.

"Ven a mi Soei, no te haré daño".

SIEMPRE le hacía daño.

- ¿Soei? - llamó Yamaiko, tomando a su esclavo del hombro.

El oji negro se tenso ante el tacto, regresando a la realidad.

- Lo... Lamento señorita - logró articular.

- No te preocupes, ¿Estás bien? - posó una de sus manos en la frente del peli azúl. - Tu temperatura parace normal, ¿Te duele algo?.

Un involuntario sonrojo cubrió las mejillas del esclavo, su maestra era tan linda, amable y cálida, Soei quería permanecer así por siempre.

Por otro lado, la sirvienta de cabello castaño observaba la ecena frente a ella, era realmente lindo... La manera en la que su señorita se preocupaba tanto por aquél esclavo de ojos vacíos, "¿Ellos son tan cercanos?" Se pregunto Yiara, sin querer hizo un pequeño puchero, tal vez si ella se esforzaba mucho más, podría desarrollar un vínculo igual o mejor con la señorita Yamaiko.

Los esclavos de la señorita.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora