Paternidad

48 5 0
                                    

.
.

- No es una mascota. – Dijo Zed, con su tipica expresión vacía. – Kayn, el Darkin no es tú maldita mascota.

- ¡Zed lo sé! Joder. Que lo sé.

- ¿Entonces porque llevamos 30 minutos discutiendo sobre el mismo tema?

Desde que Kayn hizo su entrada en la sala, Zed le acorraló en busca de respuestas acerca de su “parásito.” Y era más que obvio el porqué. Si bien el mayor de ambos sabía que no podía exigir grandes avances en 6 semanas tampoco estos debían ser nulos.

- Porque cuando te digo que lo tengo bajo control tú sigues insistiendo en que no es así.

Sostuvieron sus miradas por unos segundos que se hicieron minutos.

- ¿Saliste del templo mientras no estuve? – Zed se cruzó de brazos, sin romper su mirada con la de Kayn.

- Al mercado, el dia siguiente de nuestro ultimo encuentro.

- Si, el señor Tsunsu me preguntó como seguías del “parásito.” – Kayn asintió con exceptisismo y se cruzó de brazos también. Así que de eso se trataba todo esto pensó.

- Usted me pidió no decirle a nadie sobre el Darkin. En el mercado dije que era un parasito para cubrir su historia.

- Y así a de ser. – Pausó por unos segundos. – O lo dominas, o lo expulsas. Kayn han pasado 6 semanas y sigues con las mismas marcas, claramente no haz avanzado en lo absoluto.

- ¡Sí he avanzado! – Tenía que mantenerse firme, si volvía a flaquear entonces sería su fin.

- Muestrame. Desaparece las marcas al menos.

Maldita sea. Zed lo tenía, era su fin. La corrupción no podía ser reducida hasta donde sabía, e incluso si tuviese la duda ¿Como acudiría a Rhaast para preguntarle si era posible? Aún asi, si Rhaast estuviese, ¿Con que tiempo contaba Kayn para convencer al Darkin de demostrar algo a su maestro? Era obvio que se negaría y le tomaría siglos convencerle de vuelta.

Fué más lo que tardó pensando al respecto que lo que su corrupción tardó en disminuir. Zed abrió sus ojos como platos, y Kayn tragó en seco.

¿Estaba Rhaast escuchando? No la verdadera pregunta era... ¿Por que le ayudaría?

- Rhaast... ¡Rhaast! – Buscó en su mente, pero sólo se encontró consigo mismo. El cajón donde lo habia dejado se encontraba roto y no había rastros del Darkin.

- ¿Eso lo hiciste por tu propia voluntad? – Preguntó Zed, moviendo su mirada por el brazo de joven.

- Sí. – Dijo Kayn de vuelta al mundo exterior. Debía concentrarse en esto por los momentos. – Necesito que me creas.

Zed bufó y cerró sus ojos, resignandose a confiar en él. Incluso si para si mismo fuese claro que ésto no fue una acción voluntaria de parte de Kayn.

Hizo una mueca de cansancio y asintió un par de veces.

- Ok. Kayn, estoy fingiendo que te creo por la única y sencilla razon de que si alguien me pide demostrar que eres capáz de controlar a tu propia bestia es bajo esa demostración de tus marcas. – Alzó una mano en forma de pausa antes de que Kayn pudiese refutarle que “nadie le cuestionaría nada a la orden.” Sabiendo exactamente las palabras con las cuales responderle. -  Es cierto que no debemos rendirle explicaciones a nadie, y tampoco lo haremos. Eres mi hijo y si decido que mi primogénito cargue con un maldito semi-dios ancestral entonces es mí responsabilidad y sólo mia. Nada me hará pensar distinto.

CONSTELACIONES  [Kayn x Rhaast] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora