shurima

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Antes de todo lo que conocemos como la actual runaterra, existian seres magicos. Seres destinados a proteger la humanidad.

Los ascendidos eran un grupo de excepcionales humanos qué, al ser seleccionados por los antiguos dioses, se exponían al ritual de ascendencia donde al finalizar el resultado era uno sólo: la divinidad.

Poderosos dioses que resguardaban las ciudades. Prometian protección tanto como ser dignos gobernantes para sus pueblos. Lo mejor de la humanidad llevado a su más excelente nivel.

Pero en el fondo: humanos, después de todo.

Corrompibles. Emocionales. Dependientes de algo... o alguien.

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Rhaast era un ascendido que podría ser calificado como mayor a la media. Pues su función no era gobernar así como la de Azir, que si terminó siendo. Su función era ser el eje central de sus hermanos, así como Aatrox debía ser el comandante, así como Varus debia proteger. De Rhaast dependía la correcta comunicación entre ascendidos, ser el centro, el transmisor.

Muchos de los humanos, a medida que el tiempo pasaba, comenzaban a rumorear que los ascendidos aún mantenían gran parte de su humanidad. Incluso cuando ya no lucian como humanos, dentro de si mismos habia muchas cualidades que sí.

El sentir... por ejemplo.

Rhaast sentía empatía por el resto de la humanidad. Aunque pocas veces tenia contacto con ellos (a diferencia de sus otros hermanos) podia empatizar con la necesidad de ser protegidos que ellos demostraban al ofrecerles ofrendas y demás apreciaciones. Por su parte, poco recordaba de su anterior vida humana; no recordaba una familia ni un antepasado y eso era gracias al ritual pues cuando eran expuestos a él, muchos de los recuerdos eran minimamente sobrevivientes.

Podía recordar la sensación de ser bienvenido. Podía recordar lo bien que se sentía dormir despues de mucho cansancio. La de acariciar un gato y respirar profundo el aroma de alguien cuando le abrazaban.

No recordaba quienes, solo recordaba como.

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Tenía una especie de rutina diaria: Meditar, observar el amanecer, canalizar su energia para mantener a sus hermanos en constante conexión, agradecer a los humanos que traian ofrendas a su sitio, sentarse a observar el anochecer y nuevamente meditar hasta que el amanecer volviera a teñir las dunas.

Simple, sencillo. No habia más. Era su unica tarea.

No dormía, no se alimentaba, no tenía curiosidad de conjugar con humanos. No quería. Le parecía tremendamente increible como Varus podia rodearse tanto de ellos, e incluso apreciarlos, cuando claramente su pueblo admiraba su fuerza y el resto de cualidades que vinieron con la ascención más no a Varus en sí. No como un Dios, sino como uno más del resto.

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- Tiene sentido que no lo hagan. Despues de todo, no soy humano desde el mismo tiempo que tú. - Fue la respuesta que obtuvo de Varus al intentar saciar su curiosidad. - Deberias venir a mi pueblo algún dia, la gente es buena.

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¿Como puede Varus estar tan seguro de eso?

CONSTELACIONES  [Kayn x Rhaast] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora