Aatrox

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Sus ojos se abrieron de golpe, sintiendo como las vibraciones en su vinculo indirecto con Rhaast se estremecían. Ultimamente los tirones eran mas fuertes que en todos los milenos pasados.

- Bruja... ¿Realmente viste eso, huh?.

Flashback.

- Cuando sea el momento y tiempo adecuado, mi maldición conseguirá al sujeto que buscas. Tu raza fue maldita por un brujo superior a cualquier otro de nosotros, tan poderoso como los mismos dioses que otorgaron sus poderes y esa maravillosa fuerza por ustedes... la maldición no era ser encerrados en sus armas, contrario a lo que crees, la primera sucedió mucho antes de eso... fué ahogarlos en la misma corrupción que en la que cayeron los humanos. - La bruja se detuvo por unos segundos, recuperando el habla. - Hace mucho tiempo atrás, uno de esos antiguos dioses se reveló contra la creación de sus hermanos: ustedes, los ascendidos. Y en esa locura y corrupción el antiguo dios se transformó en un hechicero poderoso de magia oscura, que terminó maldiciendo a tu especie con tres de sus demonios más astutos: la lujuria, el deseo, y la avaricia. – Pausó, recogiendo todo el aire que pudo. - Demonio, tú maldición no puede ser levantada y todos los de tu raza la han de sufrir.

- Todos. – Arrastró sus palabras entre sus dientes.

- Todos. El otro demonio por el que muestras interes, con el que te enfrentaste, caerá en la misma maldición, tarde o temprano sin importar cuanto se resista. Huh... – Sonrió landinamente. – Quien iba a decirlo... incluso peor que tú caerá. No por el deseo, o la lujuria, o la avaricia...

- ¿Por qué caerá entonces, hechicera?

- No soy capaz de verlo estoy demasiado nublada por el ritual. A penas puedo comunicarte lo que siento, he dejado de ver.

La bruja sintió como la espada del demonio fue incrustada en su vientre y chilló ante el dolor. Acto seguido, fue empalada contra un arbol, clavandole el demonio asi sus manos y pies con estillas de madera gruesa, dejandola suspendida y en desangre.

- No morirás por mi mano, morirás por tu maldición cuando sea el momento adecuado. Hasta que el humano no nazca, no se crie, no conozca a Rhaast entonces no tendrás mi permiso de morir. Pasarás aquí una cantidad de tiempo que para los humanos sería un eternidad, mientras para mi, sólo significan un par de siestas.

- Hice lo que me pediste. – Masculló en agonia, pronta a vomitar sus propias agallas en vez de sangre. – Incluso si no fue necesario el completo uso de mi poder, tienes la información que buscabas.

- ¿Y ya con eso te crees merecedora del placer de morir?  Ilusa. – Rió y desvinculando su espada del vientre de la bruja, se retiró. – Malditos humanos.

Fin Flashback.

- ¿Por que motivo ajeno a la avaricia, la lujuria o el deseo caería alguien como tú, Rhaast? Acaso... ¿Más conocimiento? ¿Sigues siendo el mismo traga libros después de la corrupción?

Aatrox cerró sus ojos y se concentró en el azúl que sintió la primera vez. Era tan puro como el mar, fluía en armonía. ¿Ese era el humano? No decepcionaba, pero, ¿Seria suficiente para alguien tan exigente como Rhaast?

- Lo fué...

Tenia dos opciones... sincronizar completamente con el humano y leer su ubicación, o esperar a que ellos se delatasen a si mismos.

CONSTELACIONES  [Kayn x Rhaast] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora