La maldición de la muerte futura

No es parte del libreto III

Su vestimenta es totalmente gris apretada en algunas curvas como suelta en otras tantas, la túnica no era su elección natural, pero ahora la usa porque Dragon parece pensar que la que se supone limpio y seco por órdenes de su maestro, no era funcional asignándole por criterio propio algo del guardarropa antiguo de la familia Ollivander.

Gira observando todos los ángulos en el espejo de cuerpo completo medio opaco en ese rincón olvidado de la habitación donde la han instalado los días de enfermedad... Charity arruga su nariz al detenerse con las manos en la cadera en completo disgusto... Parece salida de un cuento de la tierra media. 

Con sus dedos, peina su cabello que no solo está un poco más largo mostrando sus rizos indomables... sino... que ve acusador un mechón ahora decolorado en blanco, es magia, le dijo el viejo Ollivander, es la gracia de la alianza que le ha adelantado algunas canas... Burdage piensa más que es una maldición en giros innecesarios en su vida.

La enfermedad se ha retirado por completo, en ocasiones, no era lo peor.   

-Esto son canas, nadie me engaña- murmura de mal genio Charity, soltando el cabello para darse un último vistazo con un suspiro resignado de permitir continuar con ese juego educado con sus captores -Al menos ya estoy de pie- intenta consolarse, ser optimista, porque si se deja derribar por todas las emociones, terminara en cama de nuevo. 

El estrés es una enfermedad grave que muchos no tratan a tiempo. 

-Espero nunca volver- pide a los cielos dándole un vistazo al lugar donde ha estado hospedada de manera obligada durante su recuperación, se sintió prisionera, ajena a lo que sea suceda afuera y siente la amargura anidando en su estómago. 

Cuando el tiempo paso, que pudo ponerse de pie, el anciano simplemente le dijo que si, podía irse, que no era azkaban para continuar su hospedaje si no estaba cómoda... que siempre fue libre... con ese tono distante bastante inquietante de alguien que parece no comprende el asunto, que no entiende que realmente nunca le aclaro su posición en ese lugar y que la secuestro como ato a un mago oscuro de otra época. 

Charity casi golpeo al anciano en la cara por su actitud. 

El crujido de aparición del elfo la saca de sus pensamientos gruñones - ¿La señora ya está lista para bajar? - servicial, siempre atento, le pregunta con esos enormes ojos inocentes de las intenciones de sus señores. 

La antes muggle le ofrece una sonrisa indulgente que no siente, afirma al verle desaparecer en el aire con otro crujido que retumba en la habitación... seguramente yendo a anunciar su inminente presencia a los personajes que esperan abajo... derrotada, arrastra los pies a la puerta que abre sin tapujos.

El corredor se ve igual de abandonado que su espacio.

Era agradable saber que no fue un insulto meterla en un lugar con poca higiene, que de hecho toda la casa parece tan descuidada... ¿El elfo no hace bien su trabajo? o ¿Su dueño no desea que limpie a profundidad? no le importa investigar, seriamente, espera nunca ver de nuevo al anciano senil el resto de lo que le queda de vida. 

Al llegar a las escaleras, varios retratos miran airados como críticos su presencia.

Charity se ha vuelto insensible al juicio, solo baja a pasos pesados escuchando el eco de platicas en la primera planta... cuando llega, se silencian de golpe... es un comedor igual de saturado solo que ahora hay cajas de ¿varitas? amontonadas en todos sus rincones, hasta en la estufa vieja -Buenos y desagradables días- arrastra las palabras al cruzar sus brazos levantando su inminente defensa a quienes le regresan la mirada.

-Oh, buenos días- Ollivander el siempre ajeno regresa el gesto alegre, pasando de largo su tono. 

El joven Salazar, tan digno sentado en la silla con una taza de té flotante levanta la barbilla analizando todo de ella pasando sin importarle en nada su saludo.