Decir que la conversación con Amelia fue productiva sería una gran mentira, quedé con la misma duda que en un comienzo. Hablamos sobre los Temik, quienes eran y que hacían, pero luego nos mandó a casa cuando le hablé que Los Mayores nos buscaban.
Los Temik eran un grupo de vivientes que tenían la posibilidad de contactarse con el otro mundo, podían ser personas que tuvieran el don o simples videntes. Esta junta de personas la fundó el bisabuelo de Amelia, él cual tenía un fuerte relación con uno de los más poderosos Mayores, alguien llamado Cameron. Por otra parte, el objetivo de los Temik no se me fue relevado, pero si me invitó a su siguiente reunión, que sería en un par de días.
~•~
- Me alegro de que estés de vuelta -susurró a mi oído por sorpresa, provocando que me den escalofríos-. ¿ Come te encuentras?
Los brazos de Miles me rodean fuertemente entregándome un poco de su calor. Había decidido que ya era bueno que dejara la casa y que retomara mis clases, ya había perdido 3 semanas lo que era bastante. Ya habían pasado tres días desde mi encuentro con Amelia, hoy tendría que reunirme con ella para la junta semanal de los Temik, la cual eran todos los lunes. Aunque no me llamaba mucho la atención ir después de la universidad a su casa y encontrarme con la mujer deshabitada, tenía que ir para saber en que me estaba metiendo, me interesaba sobre todo cual era la visión de los vivientes sobre los deshabitados, a pesar que no conocía bien la que tenían estos últimos.
Miles me giró sin soltarme de sus brazos para quedar frente a él y así poder poner sus labios sobre los míos durante unos pocos segundos. Entrelacé mi mano con la suya antes de sonreírle tímidamente y caminar hasta mi auto para ir donde Amelia luego de haber tenido una jornada agotadora.
Había hablado con Caden sobre los Temik, lo que le resulto intrigante y asombroso, ya que los Mayores siempre sabían la actividad de los vivientes, pero según él, esto era algo nuevo nunca antes dicho.
- ¿Podré ir contigo? -me había dicho.
- Lo dudo, son todos videntes o algo parecido a las brujas, te verán -dije mientras se cruzaba de brazos con indignación.
- Conozco una forma para estar ahí sin que me vean.
Claro que al principio me rehusé a que alguien tuviera el acceso ilimitado a mi mente. El plan de Caden no era malo, en realidad resultaba ser muy práctico y eficiente, pero consistía en que tendría que bajar mis "barreras mentales" para permitir que la mente de Caden habitara en la mía. Lo intentamos un par de veces y solo conseguí marearme, pero después se nos volvió más fácil, claro que no le diría a Miles que tenía a otra mente ajena en mi cabeza, la única condición de estar en mi cabeza era que tenía que estar por lo menos a unos 20 metros de distancia por lo que apenas nos bajáramos de mi auto Caden entraría en el. Este plan me tenía ansiosa y un poco asustada, la primera ve que lo intentamos ambos terminamos con una jaqueca durante un par de horas.
- No te vayas a pasar -dijo Miles a mi lado, no me había dado cuenta de que ya habíamos llegado.
Me estacioné y bajé del auto por la puerta del piloto, mientras que Miles imitaba mi acción. Rodeé el auto y pude ver como Caden aparecía de la nada misma y comenzaba a atravesar el auto para quedarse en el asiento de atrás, me aseguré de que Miles no lo hubiera visto y nos dirigimos hacia la puerta de la casa celeste sin tomar de su mano por miedo a que se volteara y lo viera. Me daba lo mismo la relación que ambos quisieran llevar, ambos eran mis amigos y si no confiaban en el otro me importaba poco, pero no quería que Miles discutiera conmigo por las desiciones que tomaba.
Toqué el timbre ansiosa y esperamos a que alguien nos abriera.
- Buenas tarde señorita Winters -dijo un hombre que aparentaba tener unos 40 años, pero aún así lucía bastante bien, su pelo era color castaño claro con unos hermosos ojos verdes, todo en él emanaba seguridad-. No he tenido el placer de presentarme, me llamo Elliot Muse, esposo de Amelia e integrante de los Temik, por favor pase usted y su... -dejó la frase en el aire esperando que la termináramos.
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Deshabitados
Teen FictionTodo cambió, sin derecho a reclamar. Para Alexa ya nada a sido lo mismo después de cuatro años del accidente, incluso no le importó tener que vivir con lo que le tocó. Pero las cosas siguieron, y seguirán, cambiando y ahora muchos dependerán de ell...