Capítulo 14 |Editado|

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Caden se había marchado hace un par de horas atrás en busca de más información sobre donde podríamos encontrar a Amy y que tendríamos que hacer para ir tras ella. Abajo, en la sala con mi madre, se encontraba Amelia y Marina, la amigas de mi madre, despidiéndose para dirigirse a sus respectivos hogares, mi plan era conseguir la dirección de Amelia y conseguir más que simples palabras de ella, por eso tenía a Miles esperándome afuera con el auto de su madre para seguir a Amelia. Bajé hasta donde se encontraban las visitas a despedirme de ella. Mi madre me sonrió al ver que me mostraba educada frente ellas, mientras que Amelia solo me miraba de pies a cabeza con cara reprochadora.

- Amelia -dijo mi madre-. ¿Segura que no quieres que te alcance hasta tu casa?

- Segura, puedo llegar sola.- dijo sonriendo antes de atravesar la puerta e irse al auto que la esperaba afuera, sin antes no dedicarme una mirada reprochadora.

Me encaminé hacia la puerta detrás de Amelia y sus explicaciones, pero una mano me sostuvo por el antebrazo deteniéndome de golpe ante la puerta.

- ¿Qué ocurre? Afuera está Miles... -alcancé a decir antes de que mi mamá hablara.

- Llevas ya casi tres semanas sin asistir a ni una clase, la finales se vienen y necesito, tú necesitas pasar este año para seguir con el que viene, no se que te ocurre pero estoy segura de que me ocultas algo, luego tendremos que hablar -mi madre me observó detenidamente esperando a que reaccionara de forma abrupta.

- Bien, mañana iré, no tienes por que preocuparte -solté mi brazo de su agarre y salí por la puerta en busca de Amelia.

No quería discutir con mi mamá, ya tenía suficientes problemas. El frío golpeó mi cuerpo y me arrepentí por no haber tomado mi chaqueta blanca, los dedos se me pusieron blancos para luego pasar a un color morado. Miles me esperaba estacionado en la acera en el auto negro de su madre. Abrí la puerta para encontrarme con un acogedor calor y un serio novio, aunque dudaba que lo nuestro se considerara como eso, la última vez que nos vimos terminé enviándolo a cualquier lugar del Mundo Morto.

- Hola -le dediqué un tímida sonrisa a Miles.

- ¿A quien vamos a matar? -preguntó mientras ponía en marcha el motor.

Negué con la cabeza mientras reía y le indiqué que siguiera al auto rojo de adelante que llevaba a Amelia. Hace tiempo no sonreía por alguna cosa, Miles siempre estaba ahí para sacarme una sonrisa, siempre necesitaba de su presencia y de él en si.

- Miles -dije mientras giraba en una curva detrás de Amelia-. ¿Cómo te encuentras? No hemos tenido tiempo de hablar...

- Lo se -no despegaba su vista del camino para no perder distancia-. No se si sea hoy el momento.

- Si lo es, o si no dime cuando -no lo dije de mala manera, lo decía con un deje de lamentación, quería que me mirara a los ojos, sentía una gran lejanía entre nosotros aunque estuviéramos muy cerca.

- Te quiero -dijo mientras su mano buscaba la mía para ponerlas juntas en la palanca de cambios la mía bajo la suya-. Después hablaremos, nuestra víctima paró.

El contacto era cálido y acogedor, me sentía a gusto a su lado. También le quería, pero algo siempre se interponía y resultaba no ser beneficioso para ninguno. Bajé del auto en el momento en que se estacionó una cuadra atrás. Estábamos en un barrio que no conocía, pero que estaba a apenas unis kilometros de mi calle, todo era verde, el pasto abundaba lo suficiente como para amenazar a la acera para crecer en ella, las casas eran iguales para ambos lados de la calle, algunas de un color beige con celeste u otras de amarillo pálido. El entorno era acogedor y nuevo para mí, no sabía como volveríamos a alguna de nuestras casas.

DeshabitadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora