Capítulo 30

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Me levanté bruscamente haciendo que mi cuello doliera. Estaba acostada en una de los sillones de la casa de Amelia. La chimenea llevaba prendía un buen par de horas por lo que dejaban asomar los bloques de leña casi consumidos por completo. Una pequeña manta cubría mis piernas. Afuera nevaba como si no hubiera un mañana, decían que una tormenta impediría la salida a la calle por al menos dos días.

Frente a mi se encontraba Amy con una de sus manos apoyadas en mi brazo. Al ver mi reacción sacó su mano y la posó en su regazo. Se veía demasiado cansada, grandes ojeras enmarcaban sus ojos azules, su pelo rubio largo y ondulado estaba agarrado en un débil moño dejando escapar muchos mechones amarillos. Llevaba ropa nueva, unos jeans negros y un poleron de color turquesa. Su brazo estaba vendado y aún seguía en el cabestrillo improvisado.

- ¿Qué haces? -pregunté viendo mi brazo en donde ella se había apoyado que comenzaba a tornarse morado. Su mano estaba roja y brillaba levemente-. El don...

- Llevabas muchas horas sin despertar Alexa y creí que si te pasaba lo poco de don que me que me quedaba ibas a lograr despertar -agachó la cabeza intentando esconderse de mi, creía que había hecho algo malo.

- Gracias Amy.

La abracé con cuidado intentando no apretar su brazo herido. Para mi sorpresa mi cuerpo dolía más de lo que recordaba. Tenía el brazo derecho vendando cerca del hombro en donde recordaba que la flecha de Cameron había rozado. Pero habían heridas que no recordaba haberme producido. En el lado derecho de mi cintura sentía un fuerte ardor bajo mi polera negra, la que levanté y vi una gasa que rodeaba toda mi cintura pero solo se empapaba en el costado derecho con sangre, más o menos del tamaño de mi mano. Mi brazo izquierdo estaba lleno de rasguños y moretones morados. Desde mi sien hasta la mitad de mi mejilla sentía un leve ardor y para comprobar mis teorías llevé mi mano a aquella zona y palpé como nacía una cicatriz. Cameron.

Sam apareció por el umbral de la puerta y se cruzó de brazos al verme despierta, me dedicó una leve sonrisa y le pidió a Amy que nos dejara solos. Me miraban fijamente como si hubiera despertado entre los muertos, aunque la verdad se sentía bastante parecido.

- ¿Qué pasó Sam? -dije preocupada mostrándole mi brazo y mi estómago vendado-. ¿Cameron está bien?

- Si Lex, estuvieron a punto de matarlo -llevó una de sus manos a su frente en signo de negación y preocupación-. Tuve que detenerlos y pedir que nos fuéramos. Nadie a visto tu herida, yo la curé con ayuda de Zoella.

- Lamento tanto haberte metido en esto Sam.

Me levanté y lo abracé intentando tranquilizarnos a ambos. Él no se veía mucho mejor que yo, su pelo estaba demasiado desordenado y sucio. Tenía un pequeño rasguño en su mejilla y una mano vendada en la parte de los nudillos.

Atrás de Sam apareció Lia, la que se veía bastante bien para toda la situación, claramente ella no había peleado ya que no sabía hacer nada más que pegar manotazos al aire y quejarse si era necesario.

- Lexi -Cordelia no solía llamarme así desde que éramos pequeñas-. Amelia está arriba, quiere que subas.

Mi pecho volvió a oprimirse en donde alguna vez me había dolido mientras me ahogaba. Se me había olvidado por completo. Caden había muerto. Ahora estaba sola, con mi propósito a medio cumplir, sin decir todo lo que tenía que haber dicho, pero el miedo me ganó innumerables veces.

Llevé mis brazos a mi estómago, en donde me abracé fuertemente intentando reprimir las lágrimas que venían acompañadas de lastimosos lloriqueos.

DeshabitadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora