Capítulo 9 |Editado|

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- Maldición -dije apretando los dientes al darme cuenta de que no estaba precisamente en casa de Zoella, si no que estaba en la calle al frente de esta.

Eso no me importaba, podía arrastrar a Caden por la calle y tocar la puerta, pero la criatura que estaba enfrente mío me lo impedía. Debe haber medido fácilmente unos 2 metros de alto y uno y medio de ancho. Era completamente negro con grandes escamas color dorado, en vez de brazos había dos prolongaciones de carne putrefacta que le colgaba y terminaba en una gran hoja de espada.

Caden se encontraba incorporado desvainando su espada a mi lado, que al parecer había estado en su espalda. Era muy larga y peligrosa. Pude notar como él se tambaleaba por el peso de esta, aún estaba debíl, así que le quité de la mano la espada mientras que se derrumbaba contra el suelo.

Pensé en rodear a aquel monstruo y tocar la puerta de Zoella en busca de ayuda, pero este se acercó y se arrojó contra mí. Me arroje a un lado intentando esquivar en golpe, lo que me hizo tropezar y rodar por el suelo. Junté fuerzas y empuñé la espada en la forma más cómoda que encontré, ya que nunca había sostenido una. Lancé un corte hacía la dirección del Scrot, pero lo único que conseguí fue cortarle un brazo. Un negro líquido emanó del tajo y me estremecí. Cuando iba por el segundo golpe, el Scrot se derrumbo y se desvaneció, sin antes no dejar una gran nube de polvo.

Ya disperso, busqué a Caden quien estaba inmóvil en el suelo. Lo levanté y me encontré a Zoella al frente de nosotros con una espada plateada.

- ¿Qué sucedió aquí? -miró primero a Caden quien se apoyaba en mi hombro, luego dirigió la mirada hacia mí y sonrió-. ¿Le cortaste un brazo?

Asentí con la cabeza y entre las dos nos llevamos adentro a Caden que había perdido ya la conciencia.

~•~

Ya en la casa le conté lo ocurrido, desde la aparición de Caden en mi pieza, que por cierto aún no despertaba lo que me comenzaba a asustar. Luego le conté como habíamos llegado hasta allí y mi encuentro con el Scrot. Terminada mi historia me pasó una chaqueta negra, debido al frío que hacía, además mi ropa ya era gris, así que no necesitaba quitármela. Me recosté contra un sofá mientras le inyectaba algunas cosas en los brazos a Caden que no se movía.

- Tiene veneno de Scrot en su organismo, deben de haberlo picado en algún lado o tal vez le mordieron -aseguró Zoella mientras retiraba las agujas de sus brazos.

Ahora sabía algo nuevo, los Scrot podían picar, incluso morder. Esto me provocaba una sensación de asco, no quería que algo de esas cosas monstruosas se introdujera en mí o en Caden. Por un momento pensé en que le estarían haciendo a Amy y que había hecho ella para merecerlo. Tampoco sabía que había estado haciendo Caden para que resultara con líquido venenoso en su sistema.

Había pasado una hora desde que habíamos llegado y él aún no despertaba, así que fuí en busca de una toalla y la humedecí un poco para pasársela por la cara y las heridas de sus brazos. Le arremangué la camisa que estaba seca por su sangre y pude ver pequeños cortes. Le fuí pasando cuidadosamente el paño, quitándole toda la suciedad y la sangre.

- Duele -susurró mientras abría los ojos de a poco.

- Lo siento -dirigió sus ojos grises a los mios y sonrió.

- Conseguiste traernos aquí -se intentó sentar en el sillón en el que estábamos, pero no tuvo la fuerza suficiente y se tiró de nuevo contra este-. Maldición.

Pasé mi brazo bajo su espalda y me miró sorprendido. Hice fuerza y lo ayude a sentarse contra el respaldo de este.

- Gracias -dijo mientras lo soltaba.

- ¿Necesitas algo? -pregunté levantándome del sillón.

- No, estoy mejor.

- ¿Duele mucho? -pregunté después de dudar un largo rato, temía a la respuesta.

- ¿Que cosa? -me miró confundido.

- Morir -Caden abrió demasiado los ojos e intentó decir algo pero su boca se cerró de golpe-. Lo siento -le dije.

- No, esta bien. Pero no te revelaré como es morir, cada uno lo tiene que descubrir -intentó sonreír pero solo consiguió lucir más cansado.- Si no te molesta quiero dormir.

- No hay problema -me retiré de su lado y fui en busca de Zoella.

~•~

La casa era realmente grande. Cuando salí de la sala de estar, donde estabamos con Caden, me topé con un gran pasillo que daba a una escalera de forma de caracol color nieve, era hermosa. Subí la escalaras y ví a Zoella entrar en una de las piezas. La seguía hasta esta y pude presenciar lo grande que era, era la habitación principal. Tenía un tocador blanco marfil con incrustaciones de pequeños diamantes. En el centro de la habitación se encontraba una cama para dos personas y con un gran respaldo que hacía juego con el tocador. No había ningún aparato tecnológico como computadores o televisores. Las cortinas rozaban el suelo de madera color negro.

- ¿Como está Caden? ¿Ya despertó? -preguntó Zoella al darse cuenta de mi presencia. Me señaló que me sentara en la silla que se ubicaba frente al tocador.

- Está despierto, pero con dolor -dije mientras me sentaba. Al frente mío pude ver un espejo en perfectas condiciones que me reflejaban.

Yo no usaba mucho maquillaje, así que lucía mi pálida piel con un delineado negro y me labios de un tono natural.

Zoella se apoyo contra el tocador y miró sus manos.

- ¿Que crees que va a pasar?

- ¿Realmente quieres saberlo? -me miró a los ojos. Eran de un intenso tono verde. Asentí con la cabeza-. No dudo de ti, pero dudo de ellos -hizo mención a los Mayores-. Creo que tienes que ser lo suficientemente fuerte para poder con la vida de Caden y de Amy, él no pudo con la suya, es una vida con gran peso la de él.

¿Peso? ¿Que quería decir con eso? Caden había cometido algo grave, pero su contacto no me provocaba dolor.

- No entiendo... Él me dijo que no hizo nada para merecer morir...

- No es un tema que me corresponde tocar. Sus secreto murieron con él y es quien para contártelos.

DeshabitadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora