La sala era blanca, completamente blanca. No habían cosas de otro color, las ventanas eran blancas, las mesitas que decoraban la sala con jarrones de flores eran blancas. Hasta yo usaba un vestido largo blanco como de novia. Era realmente un vestido de novia, era como de princesa. Tenía un tul enorme que se desplegaba por mi cintura, era apretado arriba y tenia un escote en forma de corazón, era simplemente hermoso. Mi pelo no era blanco, era castaño rubio, estaba amarrado en una moño alto sin dejar caer un pelo, excepto el que colgaba por mi frente.
Me agaché un poco y me tomé el vestido para caminar hacia el ventanal cerrado. Al caminar me di cuenta de que andaba con unos tacos enormes y que el vestido pesaba demasiado. No entendía por que estaba vestida así ni menos en donde me encontraba. Afuera se veía una calle pero estaba distorsionada, no se podía distinguir nada... Estaba soñando.
Nunca había soñado algo parecido, pero creo que esa es la gracia de los sueños, mostrarnos cosas nuevas, aunque a veces sean aterradoras.
Una puerta se abrió y me volteé a recibir a Caden quien entraba nada formal a comparación mía. Usaba unos pantalones negros con una camisa blanca un poco abierta. Su pelo no era blanco, si no que rubio y nos ojos no eran grises si no que eran azules. Se veía realmente bien.
- ¿Me concedes esta pieza?- no había música sonando pero en el momento en que me ofreció su mano la canción comenzó a sonar.
La acepté y comenzamos a movernos lentamente. Unos pasos hacia delante y otros hacia atrás. Tenía mis manos en sus hombros y las suyas reposaban en mi cintura donde sus dedos se movían sobre el tul.
- ¿ Esto es un sueño?- pregunté.
- Claro que sí. - dijo sonriendo, se veía tan bien, se veía vivo.- Solo que no me estás imaginando... Estoy en tu pieza a tu lado, ahora puedo meterme a tus sueños.
- ¿Qué? ¿Que haces en mi pieza?.- no sabía que se podía hacer eso con el don.
- Cuando duermes, y lo hacen todos, bajas tus barreras, por lo que es fácil entrar en tú mente... Pero - dijo mirándome de pies a cabeza sin separarnos.- ¿ Por qué estas de novia? No será muy pronto para casarnos...
- Oh vamos...
Se rió y me atrajo hacia sí. Me abrazó por la cintura mientras que yo enrollaba mis manos en su cuello. Se sentía diferente abrazarlo, no sentía el repentino frío de su cuerpo, si no que sentía calor, sentía que estaba vivo. Llevé mis dedos a su cuello para buscar sus pulsaciones. Si las tenía.
- Estás vivo...
- No.- cerró los ojos y apoyó si frente contra la mía.- Los sueños son fantasías, no sol reales y estoy como tú me imaginas, vivo. Si me quisieras muerto lo estaría, pero tu subconsciente me quiere vivo.
Lo pensé por un momento y tenía razón. No había motivos para verlo muerto, lo quería vivo, a mi lado, aunque me hubiera mentido ya estaba empezando a superarlo. Se agachó un poco más hasta alcanzar mis labios en donde no dudo dejar los suyos. Lo apreté contra mí sin intención de soltarlo. El vestido me incomodaba y me imaginé con unos jeans negros y un poleron crema. La ropa nueva no tardo en acomodarse en mi cuerpo. Caden tiró de mi hasta caer sobre lo que parecía un colchón que salió de la nada. Era un sofá, pero seguíamos en la misma habitación. El beso se hizo más rápido, anhelaba estar con él, no lo quería soltar. Sus manos se deslizaron bajo el poleron, no traía una polera, así que el contacto con mi piel fue directo. Nerviosa moví mis piernas y me enganché en sus caderas.
- Te quiero...- susurré sobre su boca sin dejar de movernos.
Caden abrió los ojos a más no poder. Llevé mi mano a la boca arrepentida de lo que acababa de decir. Mi pulso se aceleró y me levanté aún estando sobre él. Me sentía horrible, estaba mareada y quería vomitar. Como acababa de haber dicho tales palabras. Caden me empujó a un lado y comenzó a reír, sin intención alguna. Por la espalda sentí un gran escalofrío cuando me clavaron algo por la espalda y por un momento dejé de respirar. Llevé mis manos a mi estómago intentando calmar el dolor. Algo viscosos se apoderaba de mi abrigo. Sangre. Caden no paró de reír incluso cuando empecé a llorar. La cara de él comenzó a distorsionarse hasta volverse la de otra persona. Su pelo era negro al igual que sus codiciosos ojos. A diferencia de lo que me había dicho cuando era Caden, a él lo quería ver más que muerto.
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Deshabitados
Teen FictionTodo cambió, sin derecho a reclamar. Para Alexa ya nada a sido lo mismo después de cuatro años del accidente, incluso no le importó tener que vivir con lo que le tocó. Pero las cosas siguieron, y seguirán, cambiando y ahora muchos dependerán de ell...