ᚲᚨᛈᛁᛏᚢᛚᛟ-37

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Un día después de la borrachera justo al amanecer todos estaban dormidos en el suelo—vamos, ya levántate—dijo Daven recogiendo a su hermano quién estaba tieso como muerto, Freya y Erya dormían abrazadas, Skjöldr y Thrud estaban apoyados.

Atreus abrió los ojos y su padre ya estaba despierto, se veía algo desorientado…Angrboda había preparado un poco de infusión era la qué menos había bebido—buenos días—saludó y se estiró, era bueno qué no le doliera la cabeza después de tanto beber la noche anterior y la suerte es qué no había tanto desastre en el lugar.
—estuvo fuerte la borrachera—mencionó Angrboda dándole un vaso a Atreus y su padre.
—pero me siento bien, Freyr no sé si sigue vivo…

—respira si eso les preocupa—dijo Daven—deberíamos irnos pues…el tiempo no corre igual en este reino.
—déjame dormir…—susurró Freyr.
—Freya, Erya, por favor despierten.

Atreus se terminó la infusión—lo siento, Angrboda, no creí que iban a perder tanto el control—comenzó a dar aplausos fuertes y todos despertaron—por favor, pido de la manera más atenta, qué dejemos todo limpio y nos vayamos a casa. Les agradezco mucho por celebrar mi regreso pero todavía tenemos deberes.

Todos respondieron positivos, algunos iban totalmente rendidos pero todo quedó limpio en el bosque de hierro, todos se fueron—Atreus ¿qué planeas?—preguntó Angrboda.
—mañana lo verás…quiero pasar tiempo con mi padre antes de eso—comentó Atreus—¿nos vamos, padre?
—sí…quiero ver lo qué tienes planeado.

—De acuerdo, mañana otra vez venimos todos y terminaré con mi promesa—comentó Atreus, Angrboda se acercó a él y le dio un beso en la mejilla—nos vemos.
—suerte, nos vemos, Kratos—el dios asintió y se fue del reino abrazando a su hijo.

Llegando a Midgard era de noche y en la entrada de la casa se veía una canasta—¡mira eso! Sin falta nos dejaron provisiones—comentó Mimir—una pregunta hermanito ¿de qué promesa hablas?
—Mañana lo verás, lo verán todos. Me alegra estar en este jardín otra vez, lo extrañaba—comenzó silbando y un par de animales muy conocidos llegaron corriendo, como si fueran cachorros se abalanzaron sobre Atreus—hola…Speki, Svånna mis queridas lobas—el joven las abrazó y los animales comenzaron a llorar—mis pequeñas valientes ¿se portaron bien?

—si vieras que a veces duermen dentro de la casa—comentó Mimir y Kratos se cruzó de brazos.
—te dije, Speki…papá te iba a perdonar por orinarte dentro de la casa—la loba ladró feliz y Kratos sonrió, Atreus miró a la casa y vio lo cambiado que estaba todo—wow…ah ¿qué le pasó a nuestra casa?

—bueno, la gente decidió que el dios de la guerra no podía vivir en una cabaña tan modesta y le hicieron una casa nueva—comentó Mimir y Atreus caminó hacia ahí—el jardín de tu madre también está arreglado y escuché de Skjöldr qué quizá donará animales para que no nos falte nada.
—tú no comes—Kratos abrió la puerta y entró con la canasta entre sus manos.
—¡Qué cruel eres, hermano!—gritaba Mimir y Atreus entró después de su padre, mirando todo el lugar, el gran salón principal…la cocina bien acomodada.

—vaya, la disciplina sí logra gran orden…—dijo con impresión.
—es tu casa—dijo Kratos—siéntete cómodo, una de las habitaciones es tuya—Atreus miró a su padre un poco antes de ir a su habitación…antaño dormía junto a sus padres sobre todo por su enfermedad, recordaba a su madre corriendo en la noche para preparar medicina qué sabía horrible, era increíble lo tanto qué había cambiado todo desde hace años. Atreus entró a la primera habitación qué reconoció…una cama grande con dos almohadas en ella, la habitación de su padre.

En ese lugar la nostalgia reinaba…Kratos se apoyó en el marco de la puerta cruzado de brazos dejando que su hijo pudiera revisar, ya no tenía nada qué esconder y nada de qué tener vergüenza.
—las notas qué te dejé y las tuyas…—tomó ambos diarios.
—todavía recuerdo cuando se lo sugerimos—dijo Mimir—tardamos ¿cuánto? ¿Tres semanas?
—dos semanas en aprender las runas—completó Atreus—creo que te desquitabas conmigo entrenando tan duro.

Ragnarök: El Ocaso de los dioses. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora