Capítulo 4:

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Morgan:

Al llegar al restaurante, se ve a lo lejos que todo grita en: lujos. Las mesas perfectamente alineadas, con el mantel, más servilletas, los cubiertos y las copas en su lugar.

Ni siquiera quiero mirar la carta de pedido, todo debe de ser ridículamente caro.

El chico de la recepción nos va dejando en nuestra mesa, cuando llegamos pude ver a los que serán los socios de mi padre. Manuel y yo saludamos cordialmente y uno de ellos me dijo un cumplido, el cual preferí no contestar y solo dar una pequeña sonrisa forzada.

Mi padre apartó una silla para mi y me senté en ella con todo lo elegante que pude, según mi padre, tendría que comportarme como una chica de la alta sociedad.

Una maldita ridiculez.

Eh de admitir que mi padre tiene bastante dinero, al igual que lo tuvo mi madre, cuando sus padres murieron le dejaron una muy grande fortuna. La que pasará a ser nuestra cuando mi hermano y yo tengamos la mayoría de edad. Aunque creo que no la necesito, creo que seré feliz trabajando y buscándome mis propias cosas.

Decidí que mi padre pediría por mi, Manuel hizo lo mismo, mientras veíamos aburridos la conversación que tenía mi padre con los dos hombres.

Llegó nuestro pedido y empecé a comer en silencio. Miro hacia una de las mesas de la esquina y pude ver a Adam con el mismo chico que esta tarde, iban con un traje muy bonito. No sé cuánto tiempo estuve mirándolo, solo sé que sintió como que alguien lo observaba y giró su cabeza hacia donde me encontraba, posó sus ojos en mi y me miró muy descaradamente.

Parece que esperaban a alguien, ya que solo bebían alguna bebida que me pareció que era vino. Y cuando uno de los meseros se acercó a pedir la orden, Adam hizo un gesto de que viniese luego.

Dejé de observarlos y decidí terminar mi comida. Manuel ya casi estaba acabando y yo apenas y había empezando.

Un rato después mi padre se despide de sus socios y nosotros lo hacemos igual. Miro por última vez a la mesa de Adam y aún siguen como mismo unos minutos atrás.

Caminamos hasta la salida y siento que alguien choca su hombro conmigo. Pero al mirar, solo pude ver una ancha y trabajada espalda, de un chico con un traje de color vino y un cabello de color negro.

Ni siquiera se inmutó cuando chocó su hombro con el mio, solo siguió de largo.

Al llegar a la casa, me despojo de toda esta ropa y zapatos incómodos, quito mi maquillaje y termino poniéndome una ropa mucho más cómoda. Bajo hacía la cocina a tomar un vaso de agua y al llegar siento repulsión al ver a mi padre dándose un beso muy apasionado con Lucía. Joder, que es la hermana de su difunta esposa.

Decido entrar y voy hasta la nevera, me sienten y se separan, mi padre me mira, pero no puedo identificar su mirada. Miro a Lucía y esta luce muy contenta de que le haya visto.

Tomo mi vaso de agua y salgo disparada nuevamente hacia mi habitación.

Intento pegar ojo, pero es imposible. Llevo más de una hora intentando dormir y se me está haciendo imposible, todos en la casa ya están durmiendo y yo lo único que hago es dar vueltas en la cama.

Tomo mi móvil y al encenderlo pude per una foto de mi madre, mi hermano y yo juntos. Todos con una hermosa sonrisa en el rostro, yo tenía doce años y mi hermano diez. En aquel entonces todavía no se le había diagnosticado la enfermedad.

Éramos felices junto a ella, mi padre siempre fue el causante de sus lágrimas y malos ratos, siempre haciendo que llorara cuando lo encontraba borracho tirando en algún rincón de la casa o con alguna de sus mujerzuelas, las cual llamaba amigas. Joder, mi madre no merecía haberse casado con un hombre tan miserable.

Viendo las fotos de mi madre y con lágrimas en los ojos, decidí que sería mejor tomar el aire, así que fui hacia el balcón. Miré hacia el bosque y vi que alguien estaba entrando en el, se veía perfectamente que era un hombre, de lejos se podía apreciar su cuerpo ancho. Al parecer vestía de negro, ya que no se podía apreciar mucho los colores, todo estaba oscuro en la parte de enfrente de la casa y en la carretera no había algo que alumbrara.

No entiendo para que esta esa carretera si no hay algo que alumbre en ella. Ese hombre que está entrando ahí pude ser un maldito asesino y se pude estar ocultando en el bosque.

Pasé un rato más en el balcón, hasta que me dio un poco de frío, así que decidí ir a la cama, era bastante tarde y mañana en la escuela tendría mucho cansancio.

****

Hice mi rutina mañanera y bajé al piso de abajo a desayunar, mi padre, mi hermano y mi tía se encontraban ya desayunando. Me disculpo nuevamente por llegar tarde, (casi todas las mañanas me pasa lo mismo.) y desayuno.

Mi padre evitaba mi mirada y Lucía intentaba dar algún tema de conversación, pero solo la ignorábamos. Parece que eso la molestó bastante ya que apenas terminando de dar su última mordida a la tostada, recogió sus cosas y se fue de la casa dando un portazo.

****

Casi llegábamos a la puerta del instituto, cuando mi padre decide hablar por primera vez en el día con nosotros.

—Morgan. —Me llama.

—Dime. —Respondo.

—Mañana empezarás con las clases de conducir.

—¿No se te ocurrió al menos preguntarme si quería hacerlo?

—Sabes que hace años querías que llevara el día para poder tener tu propio coche. Y teniendo tú un coche, podrás dejar a Manuel en la escuela y ir a donde quieras sin necesidad de yo llevaros. También es que no puedo traerlos y recogerlos todos los días, tengo mucho trabajo que hacer.

—Vamos, que el trabajo es más importante que tus hijos.

—Sabes que no, pero si queréis tener lujos, lo más aconsejable es que trabaje duro para dárselos.

—Con lo que tenemos es suficiente.

—No, no es suficiente. Mañana te llevaré a las prácticas. —Afirma.

Salgo del coche y ni siquiera me despido de él. Espero a Manuel y luego cada uno va por su lado. Llegó a mi casillero y busco los libros de mi primera clase, en esos momentos llega Carlota y la puedo ver con unas grandes gafas en su rostro.

—¿Qué a pasado que llevas gafas?

—Hola, estoy bien. Gracias por preguntar. —ironiza. —Pues nada, que anoche se me a ocurrido salir de fiesta con los chicos y llegue demasiado tarde a casa. Ni siquiera eh podido pegar ojo.

—Joder.

—Mo te eh invitado porque tú hermano me a dicho que iban a una cena familiar.

—¿Desde cuando te llevas tan bien con mi hermano?

—Solo los intercambiamos el número de móvil, fue hace unos días. Como me contaron de que era tú hermano, pues más vale tener el número de alguien más de tu familia, así cuando tú no me respondieras, ya tendría a quien escribirle.

—Te recuerdo que le llevas dos años a mi hermano.

—¿Y que más da? Solo es un amigo.

—No soy tonta, Carlota. Y mi hermano nunca a sufrido por amor, así que si no quieres nada con él, porfa, no le des ilusiones. No se lo merece, es un buen chico y no lo digo porque sea mi hermano.

—Que si, tranquila.

Suena la campana y nos vamos directo al salón de clases, tenemos una larga hora de matemáticas. Mi clase favorita (sienta  la ironía)

La Corte Suprema [COMPLETADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora