Capítulo 28:

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Morgan:

Le muestro la foto a Adriel.

—¿¡Sabias esto, no?! ¡Eres un maldito, mientras mi hermano se está muriendo llegas tú ah decirme esto!

Empiezo a golpear su abdomen, mientras lágrimas salen de mis ojos.

—Morgan, te juro que no sabía que le habían hecho esto a tu hermano.

—No te creo no una maldita palabra. Eres igual a ellos. 

Siento como llega un mensaje diciendo la ubicación de mi hermano, salgo casi que corriendo escaleras abajo, al llegar, en una mesita de noche se encuentran las llaves de mi coche.

Cuando salgo veo que Adriel estaba apoyado en el coche.

—¿A donde vas?

—Ah salvar a Manuel de las garras de mi madre.

—Voy contigo.

—No, no quiero que vayas.

—No te estaba preguntando, Morgan. Iré contigo porque puede pasarte algo.

Nos pasamos un par de  minutos en llegar, iba casi que con la velocidad máxima, necesitaba llegar lo más rápido posible.

Al llegar, me di cuenta de que el lugar era bastante apartado del pueblo, estaba en unas bodegas abandonadas, muy parecidas a las de la pelea.

—Ponte detrás de mi.

Adriel iba delante, miraba hacia todos lados y no sé de dónde sacó una estaca, la llevaba en su mano derecha.

Estaba asustada. No sabía que hacer, solo miraba a todos lados en busca de mi hermano.

Cuando lo vi, casi el mundo se cae en mis pies. Estaba atado a una silla, lleno de golpes y algunas heridas producidas por algún cuchillo. Mis ojos volvieron a llenarse de lágrimas y no tardan en salir. Llegamos corriendo a donde se encontraba y Adriel tomó un cuchillo que escondía en su pantalón y cortó la cuerdas que lo tenían atado.

Levanta un poco allá cabeza y me dice:

—Morgan...—fue casi en un susurro. Lo que bastó para hacerme caer al suelo,con una de mis manos en la boca, intentando calmar mi llanto.

Adriel le tocó su cuello, en busca del pulso.

—Morgan, su pulso es muy bajo. No aguantará mucho tiempo.

—Hazlo.

—¿Qué? —me pregunta incrédulo.

—Que lo muerdas, no puedo vivir sin mi hermano, ya sufrí la muerte de mi madre, no puedo ver a mi hermano morir.

—¿Estás segura de lo que quieres?

—¡Hazlo de una maldita vez, Adriel! No te lo repetiré más.

—Como digas.

Empezó a darle algunas palmadas en el rostro de mi hermano, para ver si reaccionaba, yo solo los miraba desde el suelo.

—Manuel, escúchame claramente, necesito que te bebas mi sangre ¿vale? Es lo único que te va a salvar en estos momentos.

Manuel asintió.

Adriel cogió el cuchillo que había traído antes y corta su mano, cuando empieza a salir la sangre, pone su mano, justo en donde esta la herida, en la boca de Manuel. Este la bebe con la poca fuerza que puede.

Cuando Adriel ve que lo hizo, coge su cuello y lo rompe.

Se lo que hace, así que no interfiero.

—Vámonos.—me dice.

No sé en qué momento sale Andes de un rincón, carga a mi hermano, dispuesto a ir a fuera.

—¿Qué hace el aquí?

—Lo eh llamado cuando íbamos de camino, estabas tan centrada en la carretera que no te diste cuenta cuando le llamé, tranquila.

Justo cuando íbamos a caminar hacia la salida, se tiran desde el segundo piso cuánto vampiros, unos tenían estacas en la mano y otros algunos cuchillos y otras cosas de las cual desconocía el nombre. Sentí mucho odio al verlos, ellos le habían hecho esto a mi hermano, tenia tantas ganas de matarlos.

—¿Qué quieren?—pregunta Adriel.

—Que la niña cumpla con su parte del trato, ¿prefieres que lo hagamos nosotros ó prefieres hacerlo tú?

—No le van a hacer nada, porque no voy a permitírtelo.

—Somos cuatro contra dos, pequeño Adriel.

—Váyanse lo más rápido que puedan de aquí. —nos susurra Adriel.

Andes me mira y cuando Adriel sale corriendo hacia ellos, Andes y yo también lo hacemos, pero vamos directo a la salida. No corremos mucho cuando siento que alguien me jala el cabello desde atrás y me acorrala entre su cuerpo, con un cuchillo en su mano que apuntaba hacia mi pecho. Veo como Andes corre con una velocidad impresionante, ah dejar a mi hermano en el coche.

No pasa mucho tiempo cuando veo que se a abalanzado sobre el tipo que me tenía a acorralada, al tirar del el siento como la punta del cuchillo entra en mi piel. No fue muy profundo y lo sacó casi al instante, pero aún así hizo una herida y por el impacto caí al suelo.

Andes se tiró encima de él con una estaca en la mano, y después de luchar un poco, la clavó en su pecho.

Ya estábamos libres y cuando Adriel lo vio, no dudo en gritarnos que nos fuéramos, que él estaría bien. Yo no quería irme, nadie sabía lo que podía pasarle y yo amaba a ese chico, pero Andes me cargó y salió conmigo hacia el auto, el cual no se encontraba muy lejos.

Me subió en la puerta del copiloto y luego subió el, intenté abrir las puertas pero el muy desgraciado le había puesto el seguro, no pasó mucho tiempo cuando puso el auto en marcha.

—¡Andes, maldita sea, déjame salir! Es tu hermano el que está ahí adentro peleando.

—Sabes que no harás nada ahí adentro, casi te matan, y si te pasa algo Adriel me clavará una estaca en el pecho, ¿vale? Adriel sabe defenderse, Morgan.

—Pero no quiero que le pase nada. —digo en un susurro, mientras sentía como grandes lagrimas salían de mis ojos. Podía estar enfadada con Adriel, pero le quería demasiado, no quería que nada le pasara, era mi chico.

—Nadie quiere que le pase nada, pero Adriel no es la primera vez que tiene una pelea, saldrá herido, no digo que no, pero si podrá con todos ellos. Mi misión esta noche es cuidarte a ti y a tu hermano. Así que vamos a ir directos a nuestra casa del pueblo y voy a curarte tu herida y esperemos a ver cómo es que tú hermano reacciona.

—¿Cuánto tiempo estará inconsciente?

—Puede pasarse hasta algunos días así, depende como reaccione, quizás todo bien o quizás mal. No se sabe, solo hay que esperar cuando despierte, empezará a dolerle mucho la encía, tendrá cambios de humor muy fuertes los primeros días y si corre con suerte no se pondrá agresivo.

—Joder. —lloriqueo. —Odio que mi hermano tenga que enfrentarse a esto, pero no podía hacer otra cosa, y no quería perderlo a él. Es lo único bueno que me quedaba.

—Nos tienes a mi y Adriel, Morgan.

La Corte Suprema [COMPLETADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora