Capítulo 14:

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Morgan:

Tenía tantas ganas de llegar a mi casa, cambiarme e ir a donde serían las prácticas de conducir. Por eso creo que el tiempo se me hizo eterno hasta que terminara mi última clase.

Solo dos horas después, miraba como loca el reloj que se encontraba encima del pizarrón. Hasta que sentí la tan amada campana.

Recogí mis cosas demasiado rápido, me despedí de Carlota y salí por los grandes pasillos abarrotados de estudiantes, emocionados por llegar a sus casas y hacer todo aquello que querían hacer.

Al llegar a la salida, pude ver que en el aparcamiento frente al instituto, se encontraba el coche de mi padre. Salí hacia el, mi hermano, como siempre, llegaba siempre más rápido que yo. No sé cómo lo hacía.

—¿Por qué llegas siempre tan rápido? Hoy e salido casi que corriendo cuando ah soñado la campana.

—Primero que nada, Morgan. Es porque te pasas horas caminando por los pasillos cuando suena la campana para que los alumnos por fin puedan ser libres, por eso siempre llego primero que tú. Y segundo, hoy me han expulsado de clases.

—¿Qué?

—Digamos que hasta han llamado a mi padre, por eso está aquí tan puntual.

—¿Cuándo a sido, cómo y dónde?

—Relájate, al final la directora formó demasiado alboroto para no terminar haciendo nada.

—¿Qué pasó, Manuel?

—Pues nada, que estábamos en él aula, aún el profesor no había llegado, y tenía una chica sentada en mi regazo comiéndome la boca, hasta que en ese momento llega la chica de la otra noche junto con el profesor y empieza a agarrarse de los moños con la otra, diciendo que yo era suyo, yo, como buen chico que soy intenté meterme en el medio para separarlas y me llevé un tortazo. El profesor nos mandó a dirección, y cuando la directora quiso aclarar las cosas civilizadamente, volvieron a pelear, yo no hice nada, solo estaba callado en un rincón y llamaron de todas maneras a mi padre.

—Joder, mi hermano es todo un rompe corazones.

—No es mi culpa que se hayan agarrado de los moños, igual no tenia que haber llamado a mi padre.

—¿Chicos, cuando van a subir?

Subimos al coche de mi padre y este pibe la radio justo en el momento en que vamos a salir.

—Chicos.

—¿Si?—decimos Manuel y yo al unísono.

—Mañana es la gala de los Evans.

Joder, lo había olvidado. Era la semana pasada, pero la directora terminó enfermando y decidieron dejarlo para esta.

—Si, papá. Ya lo sabíamos.

—Yo creo que no, Morgan. Eres demasiado olvidadiza.

—Puede que un poco, pero recuerdo muchas cosas.

—Si, claro. —oigo que susurra Manuel.

—Tonto. —le digo mirándolo por el espejo retrovisor.

—Tonta.

Y ahí empieza una guerra de insultos tontos que solo los hermanos entendemos.

Al llegar a la casa, le digo a mi padre que espere en el coche mientras yo hago el intento de cambiarme de ropa lo más rápido posible.

Ya tenía la ropa preparada encima de la cama, si me demoraba un poco y llegábamos tarde mi padre me iba a regañar, así que lo dejé todo listo. Al terminar de vestirme, tomé una mochila que tenía preparada para esto. Salí corriendo escaleras abajo, salí de la casa y ahí todavía seguía mi padre esperándome.

Me subí al coche y le dio marcha. No hablamos en todo el viaje, él iba inmerso en sus pensamientos y yo solo miraba alguna cosa en el móvil.

Al llegar donde serían las clases de conducir, un señor de mediana edad nos dice que cada persona tendrá a alguien capacitado para que nos enseñe y ese será hasta la última clase.

Un señor se acerca a mi y me lleva a donde serán mis clases, me señala quien será mi profesor y cuando veo quien es, casi me da un infarto.

Adam Donovan.

El tan hermoso, Adam Donovan, no pensé que él trabajara en esto, tiene demasiado dinero como para tener que trabajar.

Cuando vio que yo sería su alumna, si así se podría llamar, sonrío, pero no cualquier sonrisa, no, una sonrisa pícara.

Una de esas que estoy segura que la da un Donovan y las chicas se derriten. Aunque este no es mi caso, Adam es demasiado guapo, hay que admitir, pero es demasiado mayor. Y en estos momentos, no está en mis intereses tener a un chico pisándome los talones.

—Hola. —saludo.

—Hola guapa. —El señor que se encontraba de lado mío le miró con mala cara.

—¿Se conocen? —nos pregunta.

—Si, claro que nos conocemos. —dice Adam.

—Muy bien. —nos mira receloso. —Él será tu profesor, todo lo que tienes que saber él te lo enseñará. ¿Está claro?—me pregunta.

—Como el agua. —respondo.

—Vale.

Y con eso se va, dejándonos solos. Me giro completamente hacia Adam.

—¿Por qué trabajas en esto?

—Estoy bien, gracias por preguntar, guapa. Y estoy aquí porque necesitaba un pasatiempo y decidí que quería enseñar a chicas de 18 años a conducir. —decía con ironía.

Lo último lo decía por mi.

—Oh, pues ya tienes una nueva distracción.

—Al igual que tú. Te explicaré las cosas que debes saber, así que lo mejor será que te concentres en mi y no en mi han deseado cuerpo.

—Joder, que engreído.

—Solo contigo, guapa. —me guiña un ojo.

Casi una hora después ya Adam me había explicado lo que tenía que saber.

Llamé a mi padre para decirle que me recogiera, que ya había terminado la clase. Adam se propuso para llevarme, pero me negué completamente.

Salí afuera cuando mi padre me pasó un mensaje diciendo que ya estaba afuera.

Me subí al coche y fuimos directos a la casa.

—¿Cómo te ah ido?

—Bastante bien, por lo que veo es fácil.

—Si, hoy estabas muy emocionada por empezar.

—La verdad es que si. No veo la hora para tener mi propio coche y poder ir a donde quiera sin necesidad de molestar a los otros.

—Lo se hija. Morgan.

—¿Si?

—¿Ya decidiste que vas a estudiar?

—Aún no lo sé papá.

—Pronto debes elegir, lo sabes ¿no?

—Si, papá. Ya pensaré en algo.

La Corte Suprema [COMPLETADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora