Capítulo 25:

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Morgan:

Hablábamos de cualquier tontería, casi habían pasado dos horas cuando vero que Adriel se acerca mucho a mi, hasta que siento sus labios posarse encima de los míos. No le quería parar, no podía, la atracción y el deseo que sentía por Adriel era mucho más fuerte que mi misma.

Le seguí el beso con la misma intensidad la cual él lo hacía, me puso encima de su cuerpo y pude sentir lo duro que estaba. Empezó a trazar besos desde mi cuello hasta mis senos...

****

Había sido una noche larga, habíamos repetido tantas veces que me sentía muy agotada. Dormimos encima de un pequeño mantel, abrazados, con una manta que casualmente había traído para esta ocasión por si le daba frío a alguno de los dos.

Vimos el amanecer juntos, abrazados y fue la sensación más linda que pude alguna vez sentir.

Decidí que lo mejor en estos momentos sería regresar, ya que tenía clases y no tenía mucho tiempo para arreglarme y justo mañana tenía un examen que hacer.

Recogimos las cosas y nos fuimos de la hermosa colina que había presenciado nuestra primera vez juntos.

Llegamos a mi casa y aparcó frente ella. Le di un beso en ellos labios y entré corriendo adentro, me duché me vestí, maquillé, peiné, tomé las cosas que necesitaba, salí afuera y todavía se encontraba el coche de Adriel aparcado enfrente de mi casa.

—¿Por qué sigues aquí?

—Voy a llevarte al colegio.

—No es necesario, Adriel. Puedo ir andando y estoy segura que llegaré a tiempo, tienes cosas que hacer.

—No hay muchas cosas que hacer, Morgan. Súbete anda.

Me subí al coche y me llevó justo al instituto. En el trayecto de lo camino puse la radio y fuimos cantando algunas canciones por el camino, me sentía tan bien con él.

—Bueno, creo que haz llegado a tiempo.

—Si, yo también lo creo.

Y empezamos a besarnos por unos cuantos minutos. Hasta que el para.

—Venga vete, que si no,  si que llegarás tarde.

—Bueno, adiós.

Le vuelvo a dar un beso y salgo del coche.

Las clases fueron como siempre, con nada nuevo que contar. Marcus coqueteaba conmigo cada vez que podía.

Llegué a la casa, tomé la ropa del trabajo, mi mochila, la preparé y me fui a la cafetería donde trabajaba.

El trabajo ya no era tan duro por algunos días, algunos más atareados y otros más pasivos. Pero nada que no se pudiera sobrellevar.

****

Unos días después...

Había logrado pasar el examen que tenía pendiente. Adriel y yo nos veíamos cada que podíamos, aveces se metía a mi habilitación y esperaba que saliera de la ducha o se metía el mismo conmigo. Teníamos sexo, demasiado diría yo. Pero en mi habitación teníamos que ser silenciosos, mi padre podría darse cuenta y no sería bueno para ninguno de los dos.

No sabía que éramos, no me había pedido que fuera su novia, y me asustaba un poco que solo me quisiera para tener sexo y listo.

Mi padre se enteró de que estaba trabajando en una cafetería y casi me obliga a dejarlo, pero me negué rotundamente. No iba a dejar mi trabajo solo porque él quisiera.

En estos momentos me encuentro yendo a la casa de los Donovan, no a la del bosque, no, a la que quedaba en él centro del pueblo. Quería ver a Adriel, le necesitaba, así que lo mejor era que fuera a verlo.

Pero justo cuando iba llegando lo vi en la puerta de su casa. Pero no estaba solo, estaba con una chica demasiado guapa, estaban hablando alegremente hasta que veo que ella le toma de la barbilla y pega sus labios a los de él. Este la tomó por los hombros, pero no se despegó de ella, hasta que ella se separa y como si él hubiese sentido mi mirada mira hacia donde estoy. Una lágrima salió de mi ojo.

Cuando me llamó por primera vez salí corriendo, aquí no podía utilizar su forma de correr vampírica, si no se darían cuenta, pero eso no hizo que no corriera lo más rápido posible. Tomé un taxi que estaba pasando en esos momentos y vi como Adriel se queda atrás. Le di la dirección de mi casa y llegué bastante rápido.

Corrí a mi habitación y vi que estaba el pequeño Júpiter acostado en su camita. Voy hacia la mía y me pongo a llorar como una tonta. Hasta que siento un ruido por el balcón. Maldita sea, tenia que haberlo cerrado.

—Vete de aquí Adriel. — le dije sin mirarlo.

—No antes de que me escuches.

—¿Qué quieres decirme? ¿Qué encontraste en otra algo mejor que lo que yo te daba?

—¿Qué dices, Morgan? Esa maldita chica me besó sin yo saberlo, me tomó muy de sorpresa, pero la tomé por los hombros para separarla, ¿no te diste cuenta?

Me siento en la cama.

—Pues siento decirte que no me di cuenta y que no soy el segundo plato para nadie, Adriel.

—Maldita sea, Morgan. —se pasa la mano por la cabeza desesperado. —No eres el segundo plato para mi, jamas lo serás, eres la chica que quiero desde el primer puto momento que te vi. Con esa sonrisa única que no se ganaba cualquiera, y joder, te juro que quería que me sonrieras a mi solamente. No te eh engañado y nunca lo haré porque eres lo mejor que me a pasado, entiéndelo de una vez.

Empiezo a llorar aún más fuerte por lo que me había dicho. Se arrodilla delante de mi y me toma la barbilla, me da un pequeño beso en los labios y me dice:

—No quiero que llores, y menos por mi. Eres única, princesa. Nadie merece tus lágrimas.

Me besa nuevamente y esta vez le correspondo el beso.

—¿Esto quiere decir que ya estamos bien?

—No me hagas arrepentirme de haberte perdonado, Adriel.

—Me gustaba más cuando me decías Idota, ¿Sabes? Aunque mi nombre se escucha mejor de tu boca que de cualquiera otra.

—Es bueno oír eso.

—¿Vamos esta noche a mi casa? A la del bosque.

Lo pienso un poco y le digo.

—Vale.

*****
Segunda nota de la autora: estén pendientes al próximo capítulo.

La Corte Suprema [COMPLETADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora