Aidan
No le había dicho a nada a nadie sobre la desaparición de mi biosensor, ese en el que llevaba meses trabajando como nunca en otro proyecto.
Tenía mil preguntas y un total de cero respuestas.
Yo siempre dejaba mi biosensor allí, pero ni siquiera mis amigos del laboratorio sabían que lo hacía. No era ningún secreto, mas nunca nadie me había prestado la atención suficiente como para saberlo y tampoco yo lo había gritado a los cuatro vientos. Podía ser cualquier persona de fuera del laboratorio, ya que no me extrañaba ni un pelo que alguno de mis compañeros se hubiese dejado la puerta sin cerrar con llave; no sería la primera vez que no la cerraban y amanecíamos con un pene dibujado en la pizarra blanca.
Pregunté por el grupo de Mentes Científicas y no hubo respuestas que me sirvieran.
Rajesh: Yo me fui y dejé a Chris y Jonas, así que no me dejé la puerta abierta y, por descontado, no cogí su biosensor, tío.
Jonas: Chris fue el último en marcharse😩
Chris: Yo cerré con llave 100%, porque me las dejé dentro y cuando quise cerrar no pude, así que entré a buscarlas y cerré. Lo recuerdo perfectamente.
Rajesh: Amigo, si la hubieses cerrado no habría desaparecido el biosensor😅
Yo no hablé; no dije que Chris si había cerrado la puerta porque me la había encontrado cerrada. Y tampoco dije que me fiaba perfectamente de él y que sabía que no había sido el ladrón. Además, él ya se había acercado a mí en la jornada del deporte y se disculpó mil veces porque ahora se pensaba que no había cerrado con llave. Me encargué de hacerle saber que sí lo había hecho.
No quería que pensara que desconfiaba de él, porque no lo hacía.
Los exámenes comenzaban ese día, lunes, y mi cabeza estaba en todos sitios menos donde debía estar. Alice lo sabía, porque cuando se había despertado y vino a darme los buenos días a mi habitación, me preguntó inmediatamente.
―¿Qué te pasa? ―preguntó sentada en mi cama, viendo cómo me subía el pantalón.
―No tengo la cabeza aquí.
―Por eso te lo pregunto. No me has dado ni un beso.
Me giré hacia ella rápidamente, mirándola con disculpas.
―Perdona... ―Me incliné sobre su cuerpo, agarrando su barbilla con mis dedos y junté mis labios con los suyos―. De verdad que lo siento.
―Aidan, es solo un beso, no pasa nada. ―Rio por lo bajo, todavía en mi labios. Le di un último y caso beso y me separé de ella para ponerme la camiseta―. Solo quiero que estés bien y no lo estás.
―El jueves me robaron el biosensor.
―¡¿Cómo dices?!
―Lo tenía en el cajón de mi mesa y se ha esfumado.
―Madre mía, Aidan, con lo que has trabajado en él... ¿No has dicho nada a tus profesores de laboratorio?
―No podrán hacer nada.
―¿Has preguntado a tus amigos del laboratorio? A lo mejor lo han tomado prestado ellos y se han olvidado de decírtelo.
―Ya he hablado con ellos y nada. Chris cerró la puerta antes de marcharse, así que no tengo ni idea de qué puede haber pasado...
De camino al instituto, discutí con ella y con Chris las posibilidades de robo. Había muchas opciones y a la vez ninguna, puesto que ésas resultaban prácticamente imposible.
ESTÁS LEYENDO
Medidas Desesperadas ©
Novela JuvenilAlice, a sus dieciocho años, es una empresaria juvenil en toda regla. Hace meses que, bajo el seudónimo de W123, vende apuntes y exámenes de años pasados a los alumnos de su instituto. Y todo va estupendamente bien, hasta que una nota anónima llega...