Capítulo 19 | Sextillones

846 117 2
                                    

Alice

La vuelta a Holm Oak Falls fue más normal de lo que pensé que sería.

No hubieron incomodidades, comentarios que nos incitaran a hablar de ello ni que mostraran que esa mañana había ocurrido algo entre Aidan y yo. Porque había ocurrido. No negaré que estuve a punto de pedirle que siguiera. Lo hubiese hecho si Tom no hubiese llamado a la puerta. Qué feliz estaba de al fin poder librarme de él y su sopladora de hojas.

Quedaban muy pocas semanas de clase. Muchas asignaturas ya habían acabado el temario o estaban a punto de ello, por lo que varias horas de clase las pasábamos haciendo proyectos extra para subir la nota, estudiando o haciendo preguntas necesarias de cara a los exámenes a todos los profesores. Incluso había horas muertas que yo aprovechaba para ir a la biblioteca a imprimir apuntes. Estábamos en temporada alta.

Mientras imprimía, miraba a mi alrededor para que nadie se me acercara y viera qué era lo que salía de la impresora. Pero yo sí lo hice. Yo sí miré. Y vi una cosa que me llamó mucho la atención. Con el ceño fruncido y una corazonada, fui borrando el historial de impresión y borré mi mail del ordenador que había usado. Guardé todos los apuntes en los apartados correspondientes de mi carpeta de "negocios" (literalmente llevaba escrito en grande esa palabra) y la metí en la mochila antes de marcharme rápidamente hacia el laboratorio.

Al llegar, miré por la ventanita de la puerta. No estaba Aidan solo, así que le mandé un mensaje rápidamente.

Alice:
Dime que tienes las cartas de C a mano.

Vi cómo echaba un vistazo al móvil, encima de su mesa.

Aidan:
Las tengo en la mochila, aquí en el laboratorio. La última la tiene Chris, supongo que también aquí.

Alice:
Estoy fuera. Tráelas contigo y que Chris también coja la suya.

Alzó la mirada y, al verme, frunció el ceño y asintió con la cabeza.

Esperé pacientemente un minuto y veinticinco segundos. Me alejé un poco de la puerta cuando se abrió, para que nadie me viera desde dentro. Chris y Aidan salieron, y el último llevaba una carpeta en la mano.

―¿Ocurre algo?

―Solo... necesito ver las cartas ―murmuré agarrando la carpeta y alejándome un poco más.

Apoyé la carpeta en la papelera, por suerte limpia, y miré la parte de atrás de todas las notas que había recibido de C. «Lo sabía», pensé mientras me colgaba la mochila en la parte de delante. Abrí la carpeta sin sacarla y de ella extraje una hoja de apuntes. La coloqué al lado de las cartas.

―La misma rayita ―señalé con mi uña― en todos los papeles. Lo ha impreso en la biblioteca.

―El historial ―dijeron al unísono.

―Sí, lo he pensado, pero hay quince ordenadores. Ver el historial del último mes me va a llevar horas. Necesito saber si hay forma de ver el historial completo sin tener que ir pantalla por pantalla.

―Nosotros podemos ayudarte.

―Aidan, no. Ya lo estáis haciendo si me decís cómo.

Ellos se miraron. Se comunicaban con la mirada y daba incluso miedo, porque no decían nada en voz alta. Uno alzaba su ceja, el otro se encogía de hombros, giraban la cabeza...

―Disparad de una vez ―pedí frustrada ante tanto silencio.

―Desde el ordenador de la bibliotecaria. Pero no podrás hacerlo sola.

―Venga ya, Aidan. ―Bufé mientras metía de nuevo la hoja en mi carpeta y las notas en la de los chicos. Ni siquiera sabía por qué se las devolvía, si eran mías, pero supongo que no quería verlas más.

Medidas Desesperadas ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora