Alice
―¿Vas a ir al baile de graduación? ―me preguntó Georgia, mientras pegábamos unas guirnaldas en el balcón hecho de cartón del decorado del teatro.
―Supongo que sí, aunque no me hace demasiada ilusión. Estos eventos con tanta gente me agobian un poco.
―A mí me encantan. ―Rio por lo bajo―. Lo mejor es poder ver a los profesores sin el palo metido en el culo que llevan durante todo el curso.
―Cierto. ―Reí―. ¿Tienes pareja?
―No, estoy esperando a que alguien me lo pida. ―Y alzó un poco la voz, probablemente para que Chris lo escuchara. Yo no pude evitar lanzar una carcajada―. Es un poco lento a veces.
―Está coladísimo.
―Lo sé, pero no hace nada, Alice ―susurró frustrada―. Ni siquiera me ha rozado la mano, ni lo he pillado mirándome el culo, nada. Y eso que me he matado a sentadillas este año.
―En vez de esperar a que se lance, ¿por qué no lo haces tú?
―Porque temo ser demasiado lanzada ―confesó―. Chris es un tío bastante animado, ya lo has visto, pero como es tan reservado en el aspecto que ambas sabemos, tengo miedo de que salga por patas.
―No lo hará, te lo puedo asegurar. No digo que te lances a chuparle el cuello y comerle los morros, pero, no sé, pídele una cita, ir al baile de graduación... Alguna cosa así, más sencilla y menos invasiva.
―No sé, Alice...
―Piénsalo, tómate tu tiempo. Pero piensa que queda poco más de un mes para que esto acabe y vuestros caminos probablemente se separen.
―Vamos a estudiar ambos en Salt Lake.
―Mejor, entonces. Pero, lo dicho, piénsatelo.
―Lo haré. ¿Y tú qué?
―¿Yo qué?
―¿Pareja para el baile?
―No ―reí negando con la cabeza―, nada de nada. Probablemente vaya con Rose y Lou, que tampoco tienen pareja. Si voy, claro.
―Tienes que ir, por favor, que la decoración que hemos elegido es brutal.
―¿Os encargáis los de arte?
―No, no. A principio de curso nos presentamos algunos voluntarios para elegir la decoración y encargarnos de ella, incluso del montaje. Y es... ―lanzó un beso de chef que me arrancó una risa― maravillosa. ¿Quieres saber el tema?
―Por supuesto.
―Pero es top secret, ¿eh? Al menos hasta el lunes, que salen los carteles.
―Soy una tumba.
―Oscars ―canturreó contenta, aplaudiendo feliz. Alcé mis cejas―. Habrá alfombra roja, la decoración será toda con todos dorados y rojos, y todos tendremos que ir como si fuéramos a recoger un premio. Y algunos lo tendrán, de hecho. Ya lo veréis.
―Me parece una idea increíble, Georgia.
―¿Como que Oscars? ―dijo Aidan, que nos estaba ayudando a montar, desde el otro balcón de cartón.
―Tú a callar, ¿eh? Nada de decirlo por ahí a tus amigotes de natación, que son unos chismosos. Al menos Wyatt.
―No diré nada, mujer. ¿Eso quiere decir que tengo que devolver la camisa hawaiana que me había comprado para el baile de graduación?
―Como te vea aparecer con eso, te echo. ―Georgia lo apuntó con el dedo y él soltó una risa.
―Bueno, pues traje negro y tirando.
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Medidas Desesperadas ©
Ficção AdolescenteAlice, a sus dieciocho años, es una empresaria juvenil en toda regla. Hace meses que, bajo el seudónimo de W123, vende apuntes y exámenes de años pasados a los alumnos de su instituto. Y todo va estupendamente bien, hasta que una nota anónima llega...