Capítulo 2

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DENZEL

Era posible oír algo de llovizna chocar en el tejado de la casa de enfrente, como granos de arena sobre una superficie plana. Se oía también el bullicio del tráfico congestionado a esa hora y alguna que otra ambulancia a lo lejos. Sin embargo, esto no fue lo que lo despertó. Fue al oír que su teléfono no dejaba de vibrar bajo su almohada.

Era la alarma avisándole que debía levantarse para el trabajo.

Y era cierto. Había quedado con su asistente ir al lugar acordado temprano, pero la verdad era que lo había olvidado completamente. Durante la semana había dormido muy poco y debía recargar energías. Con bastante pereza se quedó unos segundos contemplando el cielo de su habitación.

Una ducha de la duración de unos tres minutos y un desayuno a medio terminar fue lo que compuso su mañana. Bajó las escaleras con desgano y se encontró con su asistente afuera algo entumecido por el frío.

Miura, un hombre relativamente alto, esbelto pero tonificado y usaba flequillo lateral. Era el asistente de Denzel, jamás había conocido a alguien que trabajara tanto como él.

—¡Denzel-sa, se nos hace tarde! —exclamó él cruzado de brazos. Acostumbraba a hablar algo fuerte.

—Ya —respondió con normalidad—. ¿Nos vamos?

Tenían que darse prisa, los estaban esperando.

Las calles de Chisana estaban como hundidas en los colores de las sombras de los grandes edificios del distrito principal. A la velocidad que iban podían alcanzar a ver cómo a esa hora ya todos ahí comenzaban su mañana. Los puestos de comidas ambulantes ya habían iniciado sus fritangas y los letreros de neón ya cumplían su labor de atraer miradas. Todos estos puestos tenían pequeños techos que los protegían de las lluvias y lloviznas frecuentes y tan características de Chisana. Denzel ya se había costumbrado a ellas.

En cuanto Miura dio la vuelta con el volante en una esquina, se oyó un ruido proveniente de su estómago, el cual delataba que no había comido. Denzel lo miró por el rabillo del ojo, creyendo que tal vez su asistente no había tomado desayuno y se sintió algo culpable por no haberlo hecho pasar a su departamento. Miura no parecía avergonzado en absoluto.

—¿No quieres comer algo antes?

—Estoy bien —respondió Miura—, no pasa nada.

—Creo que todavía tenemos tiempo.

—No me gustaría retrasar más este encuentro, le prometí al cliente que llegaríamos temprano.

Denzel soltó un suspiro, a veces Miura podía ser demasiado estricto. Y lo sabía, se esforzaba siempre por estar a la altura.

Tomó un respiro y mantuvo su cabeza en blanco, tratando de pensar en el nuevo caso que debían tomar. Apenas había tenido descanso del anterior, pero según Miura, la paga de este era mucho mayor, y para Denzel eso sonaba bastante bien.

Hace unos días había desaparecido una famosa pintura en el templo Maji, un sitio dedicado al arte y el más conocido en el centro de Ginroko. La obra era muy aclamada y muchas veces quisieron comprarla, pero su autor se negaba cada vez que salía una nueva oferta, ya que era muy importante para él.

Se decía que la obra tenía un algo que la hacía especial y esto era que su pintura chorreaba del marco cada vez que era descolgada de su pedestal en el templo. La obra estaba vinculada con el lugar, mucha gente creía que estaba encantada por algún kenxi y eso era motivo de adoración por toda la comunidad amante del arte.

Jidang de las máscaras [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora