Capítulo 8

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MITSUE


Iba de regreso a la casa de té en Genki, la estoica estatua de un elefante estaba en la entrada como calificando su horario de llegada. Tenía varios adornos encima, era todo un símbolo de buena fortuna en Okari. Al aproximarse advirtió que su jefe había salido al umbral a contemplar la lluvia de pétalos rosados que distinguía tanto a la ciudad. Vestía un impecable traje bermellón y cargaba las llaves de su auto nuevo. Lo saludó con una breve reverencia y él le devolvió el gesto.

—¿Te ausentarás esta tarde, Mitsue-xi? —dijo cuando estaba a punto de cruzar la puerta.

—Sí, después de mi turno, si no es problema. —Mitsue respondió sobresaltado.

—Claro que no.

—Muchas gracias, Kiyumo-aye. —Hizo otra reverencia y entró al local.

Cumplir su turno allí dentro no era algo que le fastidiara, siempre y cuando no se topara con clientes desagradables, que, en más de una ocasión le hicieron pasar un mal rato. Y esa tarde fue una de las que le amargaban la existencia.

—¡Dije que quería un té verde de aromas frutales! —exclamó un tipo no de muy buen carácter, un cliente al que siempre le gustaba causar problemas con tal de lograr no pagar nada. Por eso siempre culpaba a los empleados ante el mínimo error—. Es la segunda vez que pido algo y me traen otra cosa. ¿Tendré que hablar con tu superior?

—Se equivoca, señor —contestó Mitsue a sabiendas que el hombre había pedido lo que le fue entregado—, su orden dice claramente té verde corriente. Mas bien, es la segunda vez que usted intenta conseguir el té sin costo fingiendo que hubo un error.

—¿Me estás tratando de mentiroso, muchacho? —El cliente se puso a la defensiva.

—No, solo estoy-

Sus palabras fueron interrumpidas por una de sus compañeras, quien ya conocía los trucos de aquel hombre.

—Descuide señor, nos encargaremos de traer su pedido correctamente. Ruego nos disculpe, para compensar el inconveniente, la casa paga la segunda orden —dijo haciendo una pequeña reverencia antes de volver al mostrador.

Mitsue no tuvo más remedio que imitarla. Odiaba que siempre se aprovecharan de la buena voluntad de las personas, pero era cierto que tampoco quería meterse en problemas. Se dio media vuelta e ignoró cualquier deseo que tuvo de poner a ese tipo en su lugar.

—¿Por qué siempre tenemos que hacer lo que él quiere? —dijo Mitsue a su compañera una vez que se alejaron de él.

—Solo somos empleados, el cliente siempre tendrá la razón —dijo ella con poco ánimo—. Debemos proteger nuestro trabajo, no discutas con personas así. No les importa lo que nos pueda suceder.

Y tenía mucha verdad en sus palabras. Mitsue asintió en silencio.

Primero debía proteger su trabajo.

—Gracias, Reiwa. Lamento que siempre tengas que estar salvándome el pellejo. —Sonrió avergonzado.

—Descuida. —Ella le dio unas palmaditas en el hombro junto a una amplia sonrisa—. Mientras me tengas cerca, estaré para ayudarte.

Reiwa siempre estaba para Mitsue y él para ella. Y sentía la necesidad de protegerla de todos, no solo eso. Quería pasar tiempo con ella, estar con ella...

Tenía que decírselo.

—Esto...Reiwa-han.

—¿Sí?

Jidang de las máscaras [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora