Capítulo 29

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HASUI

Hasui se encontraba solo en la sala de su departamento, era la primera vez que se sentía así en mucho tiempo. Su corazón se llenó de agua y comenzó a sentirse ahogado. Su mente se volvió opaca y agrietada, intentaba pensar, pero sus emociones lo estaban controlando con intensidad en sus tonos azules. Miró hacia la mesa que tenía al frente, ahí estaba el adorno de Kaeze, no se tardó en agarrarlo, y, una vez que lo tuvo entre sus manos, lo apretó con fuerza cerrando los ojos.

Escuchaba cada vez más lejano el murmullo del entorno, y el bullicio se transformó en silencio. Comenzó a oír unas voces, estaban enterradas en el fondo de su corazón, pero jamás las había olvidado.

❖❖❖

Habían pasado muchos años desde los que recibía las visitas de su amigo, Akumi. Se conocían desde pequeños y fue él quien muchas veces lo ayudó a animarse a mostrar sus trabajos al público. Lo recordaba como un joven albino, delgado y enérgico que muchas veces llegaba a ser algo intenso. Sin embargo, Hasui sabía que gracias a él estaba donde estaba.

Hasui todavía era joven e inexperto, a menudo pintaba cuadros que terminaba descartando, solo por inseguridad. Había otras veces que pintaba y se los mostraba a su amigo para recibir una opinión, pero al ser albino, le costaba ver bien. Arrugaba la frente y luego asentía como si nada intentando ver por detrás de esas pestañas blancas.

—Está perfecto, aunque no logro verlo del todo bien.

 —¿Cómo puedes decirme eso entonces, Akumi-bun?

Siempre reía cuando estaba cerca de él, a veces sentía como si dejara de ser un introvertido de gustos excéntricos solo con estar a su lado, de alguna manera terminaba contagiado de su carisma. Akumi siempre buscaba la manera de hacer algo nuevo o terminaba aburriéndose. Y es por esto por lo que siempre estaba animándolo a practicar nuevas técnicas y a mostrar su arte por todos lados.

—Oye, ya basta de quedarte ahí haciendo nada. Me desespera que tengas ese talentazo y nadie lo sepa. Tienes todo lo necesario para hacerte reconocido.

—No deseo ser famoso —respondió Hasui—, solo quiero que mis obras lo sean.

—Ah, pero ¿no es lo mismo? Eres tú quien las pinta.

—Sí, pero no es ese el punto. Es como cuando vas al almacén y compras un paquete de arroz ¿qué es lo que miras primero?

—Hmm —Akumi posó pensativo— ¿el precio?

—Exacto ¿y luego?

—Supongo que la marca.

—Ajá, en ningún momento te fijas en quién lo empaquetó o el nombre de la empresa que lo cultivó. Solo interesa el producto.

—A las personas les dará curiosidad saber quién coloreó los lienzos de esa manera.

—Siempre he pensado que la curiosidad es un defecto.

—¿En serio? ¿Por qué lo sería? Yo soy curioso —adujo Akumi.

—Sí, y yo no he dicho que tú no tengas defectos.

—Oye, que te he preguntado para que me expliques.

—No sé, solo pienso que la gente curiosa es muy entrometida y a veces chismosa.

—Ah, tú te refieres a quienes se desviven por saber sobre la vida de los demás ¿es eso?

—Exactamente eso. Si no nutre tu conocimiento, entonces no sirve de nada saberlo.

Jidang de las máscaras [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora