47.

596 73 31
                                    


Lo despiadado, lo canalla y lo psicópata era algo que quizás jamás se le quitará a Daemon, pero el amor que tenía a cada uno de sus hijos tampoco se iría.

Daemon adoraba a sus hijas quizás por encima de sus hijos, se le veía más tiempo con ellas aunque el trío de niños no se quedaba atrás pero entendían que a cómo su padre se inclinaba por sus hermanas, sus madres lo hacían por ellos.

Aquella noche cuando Lyra entró en la habitación, Daemon dormía entre las almohadas con Rhaenys encima de su pecho y las demás a los lados regadas entre las almohadas, sonrió ligeramente y tomó a Rhaenys con cuidado para levantarla de dónde estaba sobre Daemon para acomodar su camisa llevándola hasta su cama donde la acostó cubriéndola.

Viserra se levantó por su cuenta tirándose en la cama donde quedó atravesada sin cubrirse al igual que aerys que caminó entre dormida hasta el nido de almohadas que tenía en su cama y Aerrya fue levantada por Lyra que la llevó a su cama.

Daemon suspiró tallando sus ojos y miró a Saera que se quejaba pasando su mano por su mejilla aún dormida y la cargó hasta su cama para así dejarla sobre esta sentandose en la orilla mientras la miraba.

— ¿qué te duele? —le susurró y Saera abrió los ojos suspirando mientras pasaba su mano por su mejillas.— ¿La marca?

Saera asintió y Daemon peinó sus cabello para hacer un espacio en la cama acostándose con ella y la abrazó.

— si, también a mí. —susurró dejando un beso en su cabello y Saera se abrazó a él quejándose bajo.— pasará, ya verás. Me quedaré aquí hasta que pase.

Lyra lo miró y sonrió ligeramente para así salir de la habitación dejándolos allí.

....

DÍA DEL LAZO DE SAERA Y SU DRAGÓN.

confía en ti, Saera, puedes hacerlo. —le dijo Daemon mientras la miraba ordenar a su dragon que movía su cola alejándose de ella.—

Saera suspiró hablando al dragón para así levantar su mano en busca de sujetarlo pero le era imposible hacerlo, la Dragona estaba negada a ser montada ese día así que le gruñó a la niña que se quedó quieta cuando los entrenadores le dijeron.

— no te muevas. —murmuró Daemon al ver a la dragona mover la cabeza y el cuello sin despegar la niña que temblaba de miedo al ver la acción salvaje de su dragón.—

Drakk rugió con fuerza asustando a la cría y Daemon sujetó a Saera abrazandola para así mirarla mientras está se aguantaba el llanto.

— está bien, esta bien. —le sonrió y dejó un beso en su frente.— fui jinete a los seis, cumplirás seis en cinco lunas. Aunque queda tiempo, mi bebé. —le susurró y Saera sollozó abrazandose a su papá que la cargo dejando un beso en su mejilla mientras caminaba fuera del pozo rumbo al castillo que estaba del otro lado del lugar.—

— Lo siento, debo esforzarme un poco más.

— todo a su tiempo, Saera. No importa que llegues a los cien sin montar un dragón, si necesitas que un dragón te defienda iré yo mismo ahí.

Saera rio tallandose un ojo con su propia mano y Daemon le sonrió dejando un beso en su mejilla de nuevo.

— Mi bebé dragón, mírate. Te pareces tanto a mi. —sonrió y Saera se abrazó a él con fuerza pegando su mejilla a la suya mientras miraba a los que estaban allí. Cuando llegaron al campo de entrenamiento, Maegor estaba con el arco lanzandolas las flechas al blanco. Fallando las mayoría de las veces.— Kear, entrena a Saera. —dijo a la rubia y está asintió mirando a la niña cuando bajo de los brazos de su padre corriendo hacia donde estaba la que ahora sería su maestra.—

𝐋𝐀 𝐃𝐀𝐍𝐙𝐀 #2: 𝐄𝐒𝐂𝐀𝐌𝐀𝐒.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora