CAPÍTULO 1

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LIV

—¡OLIVIA¡—Gritaba la señora Miller a un volumen exageradamente alto a las 7 am.

Era la dueña del orfanato y no era una persona muy amable que digamos.

Era elegante, siempre iba arreglada y con ropa que seguro que le había costado un dineral, ella siempre tan arreglada y nosotros hechos un asco, era rubia y siempre llevaba el pelo recogido, reconozco que a veces me daban ganas de agarrarla de ese moño que llevaba y arrastrarla hasta tirarla por la ventana, pero por muy espantosa que fuera esa mujer era lo único que tenía.

A mi me encantaba dormir y ella era especialista en arruinarme eso,bueno, eso y mi vida.

Se había propuesto amargarme la existencia, a mi y a todo aquel que estuviera en su vida ¿la querría alguien? Lo dudo.

Esa mujer era malvada,quería que a las 6:50 de la mañana estuviese vestida y a punto de bajar a preparar el desayuno, lo odiaba.

Ella no hacía nada a parte de gritarnos constantemente y decirnos lo inútiles, estupidos y desgraciados que éramos, creo que su frase favorita es "No es mi culpa que tus padres no te quieran"

—5 minutos mas...—Dije con la voz adormecida.

—Son las 7, debería estar el desayuno casi hecho ya, ¡arriba!, no estás en un palacio, esto es un orfanato.

Me quitó las sábanas y me obligó a levantarme, ¿hay algo peor que el hecho de que te despierten temprano? Si, que lo haga esta mujer.

—Más bien una prisión—Dije poniéndome de pié y recibí una bofetada, la primera del día, yupi.

—No es mi culpa que tus padres no te quisieran, venga, espabila—Dijo y salí corriendo hacia la cocina a preparar el desayuno.

Llevaba así toda mi vida y no podía aguantar más, hace dos meses que llevo preparando el plan perfecto para salir de este infierno y esta noche por fin lo llevaría a cabo, por mucho que me de miedo el exterior ya que nunca he salido de aquí.

Y aquí van muchos de los motivos por los cuales esto es un infierno.

Cada huérfano tenemos una obligación, la mía es la cocina y la prefiero antes que muchas otras cosas.

No se nos permite hablar entre nosotros, la educación que recibimos es en casa, tenía todos mis títulos hasta el último curso de instituto pero nunca experimenté lo que era ir a la escuela , ni siquiera prácticamente nos veíamos las caras,otra de las muchas cosas que teníamos prohibidas.

Estaba llevando el último plato del desayuno que era el de la señora Miller, obviamente para que fuera el que más caliente estaba.

Cuando me senté en la mesa dijo que miráramos abajo como siempre, que no levantaremos las caras en ningún momento hasta que acabáramos y que cuando lo hiciéramos que no miráramos a ninguno de nuestros compañeros.

Si, teníamos una variedad de reglas muy estrictas.

1.Nada de objetos de divertimento

2.No sonrrisas, risas o muestras de diversión

3.No a los aparatos electrónicos que puedan hacer que os comuniquéis con el exterior.

4.Ningún tipo de contacto con otros compañeros

5.A las 9 pm en la cama durmiendo

6.El despertar es a las 7 am.

Y hay muchas otras que me pasaría la vida escribiendo, lo que sí diré es que si no cumplimos estas normas teníamos un gran castigo el cual por suerte nunca he experimentado, al menos yo no... pero Melissa si.

Serendipia-#1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora