Alex
Había escuchado muchas veces la expresión de cuenta hasta cinco antes de hacer las cosas, y juro que conté hasta cinco, hasta diez e incluso hasta cien antes de besar a Liv, y aún así me arrepiento, no porque no me haya gustado, sentí algo que no había sentido nunca antes, pero no quiero sentirlo joder, y no quiero hacer que ella sienta nada por mí, pero sé que desgraciadamente lo hace y es única y exclusivamente mi puñetera culpa, me siento cómodo con ella, demasiado, y repito que siento cosas que no he sentido nunca antes, cosas supuestamente bonitas pero que pueden acabar fatal, no quiero hacerle daño y no quiero que ella tenga el poder de hacérmelo a mi.
Cuando desperté ayer a su lado después de recordar el beso no sabía qué hacer, así que decidí llamar a Jess, una chica con quien suelo quedar para follar, ella considera que somos follamigos, yo en cambio considero que lo de amigos sobra, no es mi amiga, pero las pocas veces que me la he follado últimamente ya no las he disfrutado como lo hacía antes de conocer a Liv, de hecho ayer tuve que parar a mitad porque no paraba de pensar en Liv, joder, me la estaba follando y no la veía a ella, veía a Liv, no podía dejar de ver su cara y de pensar en lo que sería hacerlo con ella.
Jess me pregunto que que me pasaba y yo le dije que nada, pero a veces Jess parece un poco bruja, simplemente le dije que es por una chica que conocí hace unos meses y le dije que no sacara el tema más, no me gusta hablar de mi vida privada, ella puso cara de desaprobación ante ello, no le hizo mucha gracia.
Ahora estaba esperando a Liv que estaba tardando tres horas en cambiarse, las cosas están un poco incómodas por momentos, sobre todo por mi parte, puedo hablar normal con ella pero a lo mejor acababa mirándole los labios o lo que sea y todo se volvía incómodo, dios Liv ¿porque tienes que ser tan puñeteramente perfecta?
—¡O-LI-VIA!—Grite haciendo pequeñas pausas.
—Que ya salgo, espera—Respondió.
Madre mía, tardaba tres horas en cambiarse.
—¿Pero qué haces? Que vamos a la universidad a pagar una cosa, no vamos a una gala
—Ya pero me estoy peinando para que Lizz me pueda hacer el peinado para la fiesta.
—Pfffff...—Respondí y esperé cinco minutos más hasta que salió.
Llevaba puesto un top que joder y una falda bastante corta, que como haga un poco de viento y se le levante se le verá lo que lleve debajo y espero que sea un pantalón corto, porque si no creo que me pillaría infraganti mirándole el culo, que no sería la primera vez que lo he hecho, pero nunca me ha pillado...creo.
—¿Qué llevas puesto?—Dije nervioso sin poder apartar la vista de su maravillosas te..., digo, de su escote, viene a ser lo mismo, no queda mejor el hecho de que diga escote.
—Ropa, ¿no te gusta?
—No opino que luego me llamas pervertido o guarro
—Lo eres—Dijo y rió.
Lo soy
—Ya, ¿eso es lo que vas a llevar a la fiesta?—No me quejaría.
—No, iré a cambiarme y a maquillarme a casa de Lizz después de ir a la residencia.
—Ah, ¿no vas des de aquí entonces?
—Bueno, tú vas con la chica esa, tu follamiga como la llama Lizz, así que pensé que era buena idea ir con ella.—Dijo y noté un poco de ¿celos? en el tono, pero decidí no entrar al juego, de momento, aunque tengo que reconocer que me gustó.
—Quítale lo de amiga, no es mi amiga, y venga caminos que se nos hará tarde, cuando salgamos te llevo a casa de Lizz
—Vale, gracias.
ESTÁS LEYENDO
Serendipia-#1
RomanceOlivia no ha conocido el exterior, lleva toda su vida en un orfanato hasta que consigue escapar, en esa noche lluviosa conoce a Alex, el creía estar tranquilo antes de conocerla, pero resulta ser que el primer gesto de amabilidad que había tenido co...