CAPÍTULO 23

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Liv

Eran las diez de la mañana y me desperté, Alex al igual que Mel seguía dormido, creía que no había nadie en el mundo a quien le gustara más que a mi dormir hasta que conocí a Alex.

Me levanté del sillón dejando más espacio para que siguiera durmiendo y fuí a coger mi teléfono.

Tenía que llamar a Nora, mi encargada y decirle que hoy no podría ir, bueno, la realidad es que Alex ha insistido para que no vaya, pero bueno una mentirijilla de vez en cuando...

Llegué hasta mi teléfono y me dí cuenta de que no lo dejé cargando anoche, maldita sea Alex y sus distracciones sexuales, bueno, aun me quedaba un treinta por ciento me daba de sobras para llamarla.

—¿Diga?—Contestó Nora al otro lado del teléfono.

—¿Nora? Hola, soy Olivia.

—Hola Olivia, ¿va todo bién?

Y aquí va la mentira.

—Bueno...es que mi hermana está en el hospital y me preguntaba si podía tomarme hoy el día libre, seguramente ya le den el alta pero no quiero dejarla sola.

Ehh, no se me da tan mal, bueno mentira mentira no era.

—Claro que sí Olivia, no sabía que tenías una hermana, espero que se recupere, tómate el día libre

—Si, es complicado, pero gracias, mañana estoy allí.

—Tranquila, nos vemos

—Adiós—Dije y colgué.

Escuché unos aplausos que venían de detrás de mí, eran Alex y Mel. ¿En qué momento he juntado a estos dos? Alex es la mejor influencia que puede tener... yupi.

—Y el oscar va para...—Gritó Alex.

—¡OLIVIA!—Mel acabó la frase.

—Nada mal nena, buenos días.

—Buenos días a los dos, ¿cómo te encuentras Mel?

—Bien, ya estoy como nueva ¿puedo salir ya de aquí?—Se quejó, había olvidado lo intensa que podía ser.

—En cuanto venga la enfermera a decírtelo nos iremos a casa

—Vale—Dijo emocionada—¿Y como es tu casa Alex?

—Nuestra casa pequeñaja, pues es grande, te haré un mapa para que no te pierdas.

—Que exagerado—Dije

—Liv, cariño, ¿tengo que recordarte que te perdiste los primeros días para ir al baño?

—¡No sabía que había uno en la misma habitación!

—¿Que creías que era esa puerta que había en frente tuyo?

—¡Yo que sé! A lo mejor tenías cosas guardadas y no querías que las tocara.

—Si, ya, como si eso te hubiera impedido tocar mis cosas sin permiso.

—Solo toqué tu guitarra, no te volví a tocar nada—Dije en tono burlón.

—¿No? ¿segura?—Dios, que pervertido que es.

Tendré que tener una larga charla con Alex de los múltiples comentarios que no puede decir delante de Mel, sobre todo esos tipos de comentarios, se que Mel ya no es una niña pequeña, pero poco a poco, aún tiene doce años.

Miré a Alex con cara de pocos amigos y se calló.

Justamente la enfermera entró, espero que a decirnos que ya nos podíamos ir porque aguantarlos a los dos juntos en esa diminuta habitación es tortura.

Serendipia-#1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora