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Dos meses después

¿Estás bien después de toda ésta marea?

Como una piedra en el mar,

Quédate conmigo

– Lo siento.– dijo el peliblanco al tiempo que la residencia apareció en su vista, la morena recargada en su brazo hacia la puerta mientras Satoru aparcaba el auto con suavidad. – De verdad lo siento.–ella no quiso decir nada... no sabía que estaba sintiendo con exactitud ¿Alivio? Ni siquiera quería verlo tras la rejas, o que le diera dinero pero... también sentía decepción. El caso ni siquiera fue aceptado... dicen que fue un accidente y que Naoya no planeaba que eso pasara porque "si veías bien el video", él intentaba tomar su mano, o eso dijeron los abogados. Sólo pagó una pequeña multa cuando él de verdad intentó lastimarla, él chico que los había visto en la recepción era conocido de él, entonces, dijo que sólo la sostenía con firmeza, no que le estaba torciendo la mano casi provocando un esguince en la muñeca. 

Ni siquiera su cuerpo magullado fue suficiente evidencia para que alguien con poder como lo es él tuviera consecuencias por lo que hizo... se argumentó que la morena sólo buscaba dinero fácil por ser hija de migrantes y además estar con Gojo...

– Está bien. – dijo suspirando desde su pecho, sintiéndose medio ida.– Yo... ni siquiera sé que pensar.– sentía sus ojos celestes posarse sobre ella, su mirada triste haciéndola sentir más débil, al tiempo que dirigía su mirada a él. – Estoy bien. – informó. – Lo prometo.

– Dices tanto eso que ya ni siquiera parecen palabras.– dijo decepcionado, la morena le sonrió. mientras se acercaba a él para besarlo.

–Gracias, por llevarme.–  agradeció mientras él seguía besándola. Ella amaba cómo la besaba después de llevarla a la residencia. Acariciando su rostro con su pulgar, sus ojos fijos en los de ella después de cada beso.

-Nos vemos.- digo antes de ser interrumpida por otro beso que seguí, colocando mi mano sobre su mandíbula afilada, atrayéndolo más hacia mi.

Un toque en la ventana del auto hizo que nos detuvieramos de golpe, volteando las miradas hacia la ventanilla en dónde estaba Megumi, sosteniendo el paraguas por encima de su cabeza e interrumpiéndonos con su expresión de hermano disgustado, Satoru se alejó de ella girando su torso hacia la puerta del piloto y bajando la ventanilla, dejando ver con mayor nitidez el rostro del pelinegro.

- Se hace tarde.- dijo con voz suave a la morena, su expresión seria sin ser grosera. 

- Nos vemos mañana.- dijo a el peliblanco mientras ella depositaba el último beso de la noche en los labios de él, desspidiéndose al tiempo que el pelinegro daba un paso atrás, abriendo la puerta de coche para ella. El pelinegro salía por ella cuando le mandaba mensaje de que estaba a punto de llegar... desde lo de Naoya, ella creyó que ya no sería necesario pero... ahora que estaba oficialmente exento de todos los cargos, no podrían dejala sola ni un segundo. Naoya realmente estaba viviendo como si nada hubiera pasado mientras que la morena tenía que acudir al médico a que le trataran la herida cada semana.

...

Salí del auto tomando mi bolso y  saludé a Megumi con una sonrisa mientras el auto del peliblanco arrancaba y desaparecía de la vista al mismo tiempo que nosotros caminábamos en silencio mientras compartimos el paraguas, nuestros brazos rozando.

-¿Sabes?- pregunté casi susurrando mientras las gotas que caían del cielo golpeaban violentamente el plástico de la sombrilla haciendo demasiado ruido, el agua corría por toda la estructura de la sombrilla cayendo en las orillas de la misma hacia el suelo. – Nunca te agradecí por ayudarme esa vez.- dije mientras llegábamos a la puerta de la residencia.

U n t o u c h a b l e | Gojo SatoruDonde viven las historias. Descúbrelo ahora