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–Oye.– llamó Denisse. –¿Quieres que mañana quedemos para comer juntos?–preguntó la rubia sobre la cama, esperanzada mientras el peliblanco cepillaba sus dientes en el baño.

–¿Huh?

–Pensaba que podríamos ir al restaurante de lasagna que nos gusta.– la rubia gateó por la cama para sentarse en la esquina, viendo como el albino se agachaba sobre el lavabo.

–No puedo.– dijo después de escupir.

–¿Eh?¿Por qué?– cuestionó desilusionada.

–Me quedaré en el taller, falta casi nada para la entrega y tengo que apurar a todos.– dijo apagando la luz del baño y saliendo del mismo. La rubia agachó la mirada al recordatorio de que Gojo pasaba más tiempo con Alexa que con ella

–Bueno... Igual y podría pasar por allá y llevarte algo.– dijo sonriente.

–No te molestes, sé que queda lejísimos de tu trabajo.

–No, no me molesta, de cualquier forma no me gusta que comas comida chatarra por no tener tiempo.– sentenció con su mirada fija en él, ansiosa por obtener cualquier respuesta de él. –Igual, no sé, creo que deberíamos pasar más tiempo juntos, por... bueno, tú sabes, creo que nos ayudaría muchísimo.– Satoru no sabía qué hacer con ella, nunca antes se había aferrado tanto a él como ahora y le dolía verla de esa manera y odiaba el hecho de que simplemente por verla llorar, no se atrevió a terminar con ella. El dolor de lastimarla, le formaba un pesar en su alma, mucho peor que cuando era al revés, le quemaba por dentro y le hacía odiarse a sí mismo y Satoru sabía lo mucho que la estaba lastimando últimamente, al ignorar sus llamadas, rechazar sus planes, ella no lo decía, pero sus ojos hablaban por ella.

–Lo siento. – dijo él, acercándose a ella, besando su frente, causando que ella sonriera, pensando que tal vez si él la amó, si ella se esforzará y viera lo mucho que podría hacer por él, la amaría de nuevo.

–Ya... no quiero hablar de eso. – El albino la veía con ojos compasivos, no era justo.

–Entonces ¿Mañana vas al trabajo?– ¿Por qué ni cuando la veía tan triste era capaz de poner de su parte? pensó la rubia. ¿Por que no se esfuerza? Pensaría que después de verla así, cambiaría algo en su agenda para salir con ella.

–Llevaré tu favorita.– sonrió

...

La morena bajó por el elevador, inexpresiva mientras se observaba en el espejo del mismo. Sus ojos empezaban a verse cristalinos pero ella se negó a llorar, golpeó levemente sus mejillas y se obligó a sonreír, era ella sola, ella sola viéndose y reconociéndose. Ella sabía todo, sabía lo patética que se había estado portando estos últimos meses pero, no sabía cómo detenerse, no pudo hacerlo por sí misma, pero finalmente, lo hizo.
La repentina sensación de libertad la asustó, sin saber qué hacer o con quien ir.
¿Qué había estado haciendo estos últimos dos meses? Se sentía como haberse perdido a ella misma en busca de algo que la llenará, que llenara ese vacío inconmensurable que tenía dentro.

Ella sacó su teléfono y marcó a Megumi, haciendo vibrar su teléfono que no fue escuchado, le asustaba caminar sola a éstas horas de la madrugada y mucho más en un barrio que sólo ha visitado dos veces.

Ella se quedó parada en el lobby, buscando una compañía de taxis que trabajará las 24 horas pero todo lo que encontraba le parecía igual o mayormente peligroso que regresar sola en metro, su batería estaba por terminarse y con eso, su corazón comenzaba a encogerse de miedo.

La estación más cercana estaba a un par de calles pero debido a las altas horas de la noche, caminar dos calles sola, con vestido y siendo una chica de solo 20 años, le resultaba super peligroso, la morena mordió sus uñas, nerviosa mientras sus manos empezaban a temblar y su frente a sudar.

U n t o u c h a b l e | Gojo SatoruDonde viven las historias. Descúbrelo ahora