57. the 1

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La morena veía a Megumi, quien la miraba a los ojos con intensidad,Megumi...Megumi...
Dime lo que sea que estés pensando
.
— ¿No quieres irte de acá?-preguntó la morena tomándolo de la tela de la manga de su saco, acercándolo un poco a ella.. -Toma una botella de champaña y larguémonos de aquí. No estoy de ánimo para deambular y hacer acto de presencia-—El peligro frunció el entrecejo, mirándola con recelo.
—¿Puedes hacer eso? —cuestionó con un dejo de incredulidad y diversión en su voz, Satoru entró a la sala, deambulando en busca de ella.una suave sonrisa formada en el rostro de Megumi. - ¿Puedes dejarlo todo así?--siguió cuestionando,mirando a su alrededor mientras Satoru los observa desde el otro lado de la sala.

—Sólo vámonos.—El pelinegro sonrió y ella soltó el agarre de su saco para dirigirse hacia donde estaba el almacén con las bebidas. Hace rato ella no se sentía así, era diferente, se sintió cómo cuando recién se mudó a New York, cuando aún había una ciudad y personas por conocer, cuando aún no conocía a Gojo y pasaba los días bromeando con Nobara, Yuuji y Megumi. Como una chica de su edad. El licor estaba bien guardado, él lo sacaba mientras ella observaba que no viniera nadie.

—No entiendo porque tenemos que hacer esto escondidos cuando ésta es tu exposición.—se quejó saliendo de la pequeña bodega con una botella de vino en una mano y otra de champán en otra, ella sonrió mientras tomaba una.

—Por la anécdota.—bromeó ella, sonriéndole a Megumi de oreja a oreja .— y porque hay un límite de tragos por persona.—ella giró sobre sus propios tacones y salieron del almacén. Él escondiendo la botella de vino en su saco y ella en la tela de su vestido. Pasaron por la exposición demasiado deprisa, ella al ver un carrito de bebida en su camino a la salida, tomó un sacacorchos.

Ambos subieron por las escaleras de emergencia, el sonido de sus pasos apresurados golpeando las escaleras metálicas era lo único que sonaba hasta que llegaron a la salida a la azotea. El viento golpeó sus rostros en cuanto la morena abrió la puerta, causando que el cabello huyera de su rostro, la morena volteó a ver al pelinegro, su cabello siendo arrojado hacia atrás, despejando su frente. Él también sonreía, y no sé porque pero se arrepintió de alaciar su cabello. Megumi se acercó a la morena,con la boquilla de la champaña dirigida hacia el otro lado, haciendo un sonido cuando el corcho salió disparado junto con la espuma de la bebida.

Ni siquiera se había dado cuenta de que habia oscurecido por completo,ella se acercó a la barda, viendo la ciudad. Sus luces, el bullicio, sus horrorosos callejones. Alexa nunca romanizó ésta ciudad pero ahora que se iba, la nostalgia se apoderaba de ella.

—Megumi... — llamó ella suavemente, él ya se encontraba a su lados tendiéndole la botella de möet, ella la aceptó con una sonrisa suave, idéntica a la de él, dando un sorbo directo de la botella —Oye... ¿Crees que lo dijiste sea verdad?

—¿Hm?, ¿Qué cosa?

—Que no nos veremos más.—El peligro suspiró, desviando la mirada hacia la vista.

—Sí.—respondió sin rastro de duda, ella dió otro sorbo . —No como ahora.—la morena suspiró tomando más de la botella, pasándosela a Megumi antes de abrazarse a sí misma, intentando protegerse del frío, él al ver esto quitó su saco, deslizándolo lentamente por sus brazos antes de colocárselo en los hombros.

—Gracias.—sonrió cubriéndose con el mismo. —Hoy ...tuvimos una pelea y él se dejó llevar. —comenzó a hablar.—me asusté y... Puede que suene ridículo o yo que sé, pero sentí que nada había cambiado, sentí que era Naoya, bueno, más bien estaba actuando como él y de repente yo aún tenía diecinueve y moría por una llamada de él , para decirme que fuera a su departamento o para que corriera a un salón en donde él terminaría de dar clase pronto.—confesé cuando el viento logró finalmente deshacer mi peinado. —El empezó a tirar mi ropa a una maleta, yo... sólo le había dicho que no estaba segura, se puso furibundo nunca lo había visto tan agresivo y le grité que no iría, lo tomé del brazo e intentó deshacerse de mi agarre, empujándome .—los ojos del pelinegro se abrieron en sorpresa dirigiendo de golpe su mirada hacía mí.– ¡No fue apropósito!— lo defendió —Aún así ... terminé en el suelo y me pregunte a mi misma si así sería mi vida si voy con él. Me aterra que así sea.

U n t o u c h a b l e | Gojo SatoruDonde viven las historias. Descúbrelo ahora