⁴⁸ Cornelia Street

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No quiero irme sin decirle nada a ella, no quiero evitar más el tema porque... Será más difícil decírselo y hablar con ella mientras más cercana esté la fecha

Julio 7, a este punto solo faltaban cosas pequeñas, repisas de baño, espejos, decoración y ropa de cama. Ya había suficientes muebles como para hacer el lugar habitable pero, Alexa sentía que necesitaba más para sentirse lista, como cuando iba de pijamada con Nobara y sentía que olvidaba su cepillo de dientes, la sensación era similar pero de una mayor magnitud.

–Entonces... ¿es aquí? – preguntó Megumi mientras él y la morena bajaban la caja donde se encontraba una mesa de centro sin armar, esperando a que ella encontrará las llaves dentro de los bolsillos de su chaqueta. Ella se negó a pagar extra por alguien que quería armarla cuando ella pensaba que podía hacerlo si solo seguía el instructivo. Megumi veíamos pasillos del edificio mientras la morena hacía sonar las llaves al tiempo que habría la puerta para ellos, un segundo después se escuchó el click indicando que la puerta se había abierto, llamando la atención del pelinegro hacia el interior del departamento paredes blancas en armonía con una de ladrillo, del lado de la chimenea. Ventanales grandes que llenaban la cocina, la sala y el comedor de una luz acogedora. Alexa asintió sonriendo de oreja a oreja. –Es lindo.

La morena entró dejando las llaves, su teléfono en la mesilla a un lado de la puerta y su chaqueta en un perchero para después regresar por la caja y cargarla junto con él.

-Se siente extraño venir aquí.- confesó ella entre quejidos.- Sólo vengo a dejar y dejar cosas pero siento que aún falta un par de años para que este sitio esté listo.

-¿De qué hablas? éste lugar tiene más cosas y muebles que dónde vivimos.

-Sólo es una sensación, sólo... siento que me falta mucho por hacer.

-¿Él no ha hecho nada aquí?- cuestionó dejando la mesa sobre el suelo.

-En realidad, ambos hemos puesto de nuestra parte, nos pasamos horas en tiendas de muebles intentando elegir algo que nos guste a ambos, probando que tan suave son los cojines, los sofás e incluso la cama.

-Ugh, no me digas eso.- dijo con una expresión asqueada, causando que la morena golpeara su brazo con su palma.

-No seas mal pensado, Fushiguro.- él le sonrió con malicia.

El duo empezó a enfocarse en lo suyo, poniéndose música mientras veían y leían juntos el instructivo, Alexa averiguando dónde iba cada cosa y sosteniéndolas para que Megumi metiera los tornillos y apretaba las tuercas.

 Ajetreo comenzó a sonar fuera de la puerta, seguido del característico sonido metálico de unas llaves entrando en la cerradura, Alexa pudo observar el rostro del peliblanco por encima de un sillón individual, sus lentes rectangulares cubriendo sus ojos del sol, causando que la morena sonriera y se levantará enseguida para que él la viera.

Él pelinegro pudo ver también cómo él le sonreía a ella, una sonrisa más discreta, pero secuestrando la mirada del peliblanco en cuanto la vió, sintiendo que debía irse de allí y dejarlos solos.

-¡No sabía que estabas aquí!- sonrió él, caminando hacia la morena, dejando la puerta abierta para que entraran los que llevaban seguramente un mueble más.

Una estantería.

Megumi empezaba a entender porque ella había decidido mudarse con él, parecía recibirla tan cálidamente, tomándola por la cintura antes de colocar su mano en su mandíbula y besarla, él nunca dejó de sonreírle y ella... ella no era la persona más alegre, tal vez él le daba un poco de eso. Megumi se puso de pie con la cabeza gacha, él era muy diferente a Gojo Satoru, tal vez Yuuji sea más parecido a él, pero... era visible y palpable lo que ambos sentían por el otro. La verdad es que, desde que Alexa le confío que iba a mudarse con él, intentó apoyarla lo más que pudo, pero... no quería que ella se fuera porque ahora sus madrugadas estudiando no iban a estar acompañadas del olor de las pinturas de ella,  del desastre en el departamento, ni de ella, entonces, enterarse de esta forma que él no podría hacer que se quedará, lo hizo sentir desanimado.

U n t o u c h a b l e | Gojo SatoruDonde viven las historias. Descúbrelo ahora