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–¿Mamá? – habló la chica dejando la mezcla en el balde y alejándose del área de trabajo con el teléfono pegado al oído, haciendo rozar el banco contra el suelo en un sonido desagradable

–Ella habla. – la morena se quedo boquiabierta, observando horrorizada hacia el lavamanos que gotea frente a ella, hubo un silencio tenso.

–¿Por qué llamas? – preguntó la pelinegra después de unos segundos, sonando cómo si estuviera a la defensiva

–¡Ay!, perdóname si interrumpo tu apretada agenda.– dijo con sarcasmo. –Pero no es nada extraño que una madre llame preguntando por su hija. – Los hombros de Alexa se tensaron.

–Lo siento. – dijo controlando su tono de voz. – Sabes que no quise decirlo así.

–Sólo llamo para preguntarte cuando piensas regresar a casa.– La chica agachó la mirada mientras sentía su piel ponerse cómo la de una gallina, al tiempo que sintió un retorcijón nacer en la boca de su estómago. Ella dirigió su mano a su frente, cubriéndola.

–Ehhhh... Ahora no puedo mamá.

–¡¿Todavía no sales de vacaciones?!– preguntó  indignada.

–No es eso. – contestó mientras se giraba sobre sus pies y jugaba nerviosa con ellos, intentando en pensar en una excusa para faltar. – Es sólo que, tengo un empleo aquí, mamá, y además entré en un proyecto que dura todas las vacaciones de invierno, no puedo tomarme tiempo libre para ir hasta Nebraska.

–No estarás pensando en quedarte allá todas las vacaciones ¿o si?– Alexa se quedó callada con la vista en sus zapatos.

–Ya te lo dije... no puedo irme.–Alexa escuchó el suspiro de su madre y respiró hondo en respuesta.

–Necesito que hagas el esfuerzo para venir, estoy segura que podrías venir la semana entre navidad y año nuevo.

–Mamá– dijo por milésima vez la morena, sintiendo que hablar con ella carecía de sentido ya que no parecía escucharla, nunca lo había hecho.  –Ni siquiera lo tenía planeado, no tengo tanto dinero cómo para comprar un...

–Entonces tu padre y yo te comparemos el boleto de avión. – estipuló, Alexa volvió a suspirar, ahora levantando l avista hacia el techo.

–No es necesario.– murmuró.

–¿Por qué no quieres venir?– preguntó su mamá, Alexa escuchó la tristeza en la voz de la mujer.

–Tú tampoco quieres verme.– escupió –¿Por qué ya no viniste a verme?

–He estado ocupada.

–¡Igual que yo pero yo si tengo que ir! ¿No es así?– la puerta del taller se abrió sin que Alexa lo escuchará – Ni siquiera me dijiste el porque, simplemente ya no me dijiste nada ¡¿Cómo quieres que vaya cómo si nada si no hemos hablado en meses?!

–¿Terminaste?– escuchó a través de la bocina del teléfono, Satoru quién había sido enviado por Suguru para recoger su cartera, convenciéndolo de que Alexa sólo dijo que se quedaría para no acercarse a él. La morena se quedó callada y apretó los labios en frustración, la luz del taller parpadeaba, dejando por momentos solamente la iluminación del día, no siendo suficiente. El peliblanco se quedó inmóvil, sintiendo la tensión en el ambiente.–Te compraremos el boleto de avión y estarás aquí, habla con quien tengas que hablar.

–¿Y papá?– preguntó captando la atención del peliblanco quien ya había localizado la cartera –Estoy segura de que él tampoco quiere verme.

–Aún así debes de volver a casa, o tus abuelos preguntarán por ti. – Alexa apretó los ojos con fuerza intentando no empezar a gritar, su madre sabía lo mucho que adoraba a sus abuelos.

U n t o u c h a b l e | Gojo SatoruDonde viven las historias. Descúbrelo ahora