22

1K 79 13
                                    

Acababa de cerrar la puerta del departamento, ya que Miguel había venido a dejarme algunas cosas que le había pedido. Eran cosas que necesitaría para el día de hoy, quería ser yo la encargada de llevarlo a un lugar especial. Él ya había armado los mejores planes, así que me tocaba a mi sorprenderlo.

Me había quedado hasta tarde intentando buscar un lugar que fuese interesante, al principio buscaba algo que Charles no hubiese visto, pero luego me di cuenta que era algo complicado, ya que él debe conocer mejor que nadie Mónaco. Pero siguiendo con mi búsqueda, encontré un sitio interesante, era una playa que estaba un poco escondida y estaba en Francia, el viaje no debería durar más de 15 minutos, estábamos casi al lado del lugar.

Podría acostumbrarme a lo que estoy viendo. — El monegasco interrumpió mis pensamientos, mientras que se apoyaba en el marco de la puerta mirándome con los brazos cruzados y su característica sonrisa.

Lord Perceval, hoy tenemos una gran aventura por delante. — sonreí, dejando las cosas en su lugar. Estaba preparando comida para hacer un picnic en la playa. — y tendrás que hacerme caso en todo, porque hoy mando yo — cuando ya todo estaba en la canasta para el picnic, caminé hasta donde estaba el chico y dejé un tierno beso en su boca, mientras que él bajaba sus manos hasta mi cintura.

¿Estarás a cargo en un país que no conoces?

— Como oíste, no te preocupes que tengo todo controlado. — guiñé mi ojo y me separé un poco, para tomar su mano y llevarlo hasta la habitación. — Ahora, como quiero que solo seamos nosotros, sin interrupciones, tengo algunas cosas para evitar que te reconozcan. — Sonreí, abriendo las bolsas que anteriormente me había dado Miguel. — Estas cosas son para ti. — hablé entregandole un bucket hat de un color grisáceo y unas gafas de sol.

— Guagua, no puedo llevar estas gafas, no son Ray-Ban y no puedo llevar de otra marca.

— El que no puede llevar gafas que no sean Ray-Ban, es Charles Leclerc y tú hoy no serás el piloto de Ferrari más deseado de todos. — no pude evitar reír por la cara de confusión que tenía Leclerc. — Hoy serás... Harold, un joven francés que fue hasta Estados Unidos de intercambio, pero conoció el amor, así que hoy le está mostrando el país a su novia — seguí sacando cosas de las bolsas y cuando encontré la peluca, me la coloqué. — y yo seré Emma, la novia del chico francés — acomodé bien mi peluca rubia. — Miguel también nos entregó ropa para ti, para que te la pruebes. — le pasé una camisa algo playera y unos jeans tipo pescador.

Ambos nos fuimos a cambiar, Leclerc no dijo nada respecto a su cambio de look, nombre, ni nada, podía notar que muy en el fondo la idea le parecía divertida. Nos reímos al vernos ya con nuestros atuendos, yo rubia y él vestido completamente diferente a como lo solía hacer.

Lo más importante y estoy segura que te dolerá. — dije mientras caminábamos hasta la cocina, para tomar las cosas que había preparado anteriormente. — no vamos a ir en tu ferrari, Harold, no valdría la pena todo esto, por eso nuestro ángel, nos prestó su auto. — Le mostré la llave y se la lancé. — como no sé manejar, tendrás que hacerlo tú, así que eso no cambiará tanto.

Ambos salimos ya con nuestro personaje listo, siendo Harold y Emma. No dijimos ni una sola palabra hasta que estuvimos en el coche listos para partir, para evitar que alguien reconociese a Charles por su acento. Coloqué la dirección de la playa en el maps, para que el monegasco supiera el camino.

¿Esto también lo aprendiste gracias a la guía de Pedro? — no pude evitar reír, mientras negaba. — no lo necesito, ya sé el camino. — asentí, en realidad no me sorprendía que supiera dónde quedaba la playa, por muy escondida que estuviera.

Distancia || Charles Leclerc Donde viven las historias. Descúbrelo ahora