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No había pegado el ojo en toda la noche, luego de dejarle las mantas a Charles y venir hasta la habitación para intentar dormir, pero no pude dejar de pensar en lo que pudo pasar y en lo qué pasó, la actitud de Charles luego de eso, definitivamente estaba confundida y por pensar en todo eso no pude dormir absolutamente nada y ahora muero de sueño.

Me levanté cuando sentí ruido al otro lado de la puerta, así que supuse que era Arthur y Carla, ya que bien temprano en la mañana pude sentir a Charles cuando entró a la habitación buscando sus cosas y se fue, yo no dije nada ya que actúe como si estuviera durmiendo. Me cambié de ropa, colocándome un vestido y unas zapatillas, dejé todo en mi bolso y saqué mi bolsa de maquillaje para intentar disimular la cara de muerta que tenía, aún no me había visto al espejo, pero no era tonta y me conocía perfectamente para saber que no estaba bien visiblemente y mi humor no era el mejor.

Buenos días.— apenas salí de la habitación me encontré con Carla que me sonreía amablemente.

Buenas.— fue lo único que dije y miré hacia el baño.— ¿está ocupado? — apunté la puerta y la miré, me miraba algo raro, supongo por lo agradable que estoy siendo y por lo agradable que debe ser ver mi cara ahora mismo.

No, Arthur está arriba arreglando todo.— asentí y me di vuelta para entrar.— Charles salió temprano hoy, le dijo a Arthur que Ferrari lo llamó de última hora para hablar unas cosas con Carlos y él, así que se tuvo que ir, ¿que pena no?

— Ya, una lástima la verdad, ojalá todo esté bien en la escudería.— no dije mucho y al fin pude entrar al baño.

¿Se había inventado esa excusa?, ¿o era real?
No lo sé, ya había sobrepensando bastante en la noche y no quería volver hacerlo o me volvería loca.

Me maquillé lo mejor posible, intentando disimular las marcadas ojeras que tenía, ahora mismo estoy agradeciendo las clases de maquillaje que Carol me dio, sí, mi hermana menor me enseñó a maquillarme hace algunos años, luego de que viera que por mi sola no podía aprender.

Salí ya del baño para ir a la habitación, hacer la cama y verificar que todo estuviera en orden con mis cosas, cuando ya estaba segura que no se quedara nada, me coloqué unos lentes y salí en busca de los dos chicos que aún quedaban en el yate, aunque ya no estaban dentro me estaban esperando en el muelle.

Ya está todo listo, Charles se tuvo que ir por una reunión con Ferrari.— Arthur habló apenas me coloqué a su lado en silencio.— Charles me dijo que llamaría a Miguel para que viniera a buscarte y llevarte a casa o a donde quieras.

— Está bien, genial.— llevé mi vista al mar.

Estaba de tan mal humor que no creía que ver a Miguel fuera buena idea, todavía tenía un pequeño resentimiento por lo que me había contado Charles sobre el famoso sorteo, además el mexicano fue él de la idea, no se me olvidaba.

— ¿¡La guapa de rojo está soltera!? — alguien gritó y los tres miramos a una rubia agitando los brazos animadamente junto con un hombre al lado.

Es Mariana y Miguel.— anuncié sin ánimos y comencé a caminar para poder reunirnos los cinco.

Caminamos hasta encontrarnos con los mexicanos y saludarnos, no hablamos mucho entre nosotros, así que yo me despedí de la pareja agradeciéndoles por el día de ayer y lo genial que lo pasé con ellos, Carla dijo que debía repetirse una salida así los cuatro, yo en verdad no sé si volverá a pasar.

Cuando terminamos de despedirnos, la pareja se subió a su auto y yo me subí al auto de los Aguilar, sin sacarme los lentes y respondiendo lo mínimo a las preguntas que ambos me hacían, pero más Mariana, estaba bastante animada y pude notar cómo la fui contagiando de mi mal humor.

Distancia || Charles Leclerc Donde viven las historias. Descúbrelo ahora