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Me volví a dar vuelta para poder dormir, mentiría si dijera que dormí toda la noche, porque no fue así. Me desperté unas mil veces, no porque la cama no fuera cómoda, solo que mi mente no podía creer que estaba aquí en el departamento de Charles, con él en la habitación del frente, simplemente no podía creerlo y me despertaba para que mi cerebro se asegurara que todo era real y nada era un sueño.

Miré la hora y eran las ocho de la mañana, así que me levanté para prepararle un desayuno a Charles, creo que era lo mínimo que podía hacer en forma de agradecimiento por la invitación y por quedarme en su casa.

Salí de la habitación en silencio y vi que su puerta todavía seguía cerrada, así que fui rápidamente al baño para hacer mis necesidades, lavarme las manos y cara.
Mientras amarraba mi cabello en una coleta caminaba hacia a cocina y me llevé un gran susto cuando lo vi en la cocina y sin su camiseta.

¿Qué haces despierta? — preguntó cuando me vió ahí parada en la entrada de la cocina.

Te dije que me despertaría temprano, quería hacerte un desayuno.— caminé lentamente para ver lo que estaba haciendo.— pero al parecer alguien no quiere que le haga un desayuno y se apresuró tanto en levantarse, que ni camiseta se puso.— me miraba con una gran sonrisa y yo estaba intentando sonar lo más tranquila posible, pero no ayudaba el ver su torso al descubierto, verlo en fotos y en videollamada es totalmente diferente que verlo en vivo y directo, y él sabía eso, lo podía notar en esa sonrisa.

Yo quería hacerte un desayuno, por eso me levanté antes.— sacó su lengua y seguía cortando las fresas.— hablas y tú solo andas con una camiseta, ¿no tienes nada abajo gatita mimi? — me miró sonriendo de lado haciéndome morder el interior de mi labio.

Ya quisieras.— rodé los ojos divertida mientras me levantaba un poco la prenda y dejaba ver el short que traía.— bueno, agradezco que hicieras el desayuno.— cambié de tema, no quería hablar precisamente de lo que llevamos o no puesto.— porque no sabría que hacerte, es muy raro que desayune, así que no tengo práctica.— me puse más a su lado, casi que nuestros brazos se rozaban.

Lo sé, ya me lo habías dicho una vez, por eso me levanté para hacer el desayuno para ambos, porque estoy seguro que no desayunarías. — lo miré frunciendo el ceño, ni yo me acordaba que le había dicho eso, así que me sorprendía que él se acordara de algo tan insignificante.

Muchas gracias, entonces.— sonreí y me puse de puntillas para besar su mejilla.— déjame hacer la cena, ¿si? — sonreí mirándolo, él dejó de hacer lo que estaba haciendo y se dio vuelta para mirarme, quedamos frente a frente inmóviles, simplemente mirándonos, podía sentir como mi corazón se aceleraba.

Miró mis labios y yo los de él, si no se atrevía a besarme, sin duda lo haría yo.

Te tengo algo.— habló y salió de la cocina rápidamente, dejándome ahí parada sintiéndome una completa tonta, porque estaba confundiendo mis sentimientos. — toma.— me di la vuelta soltando un suspiro y lo vi con una gorra de Ferrari.

Pero yo ya tengo una.— tomé la gorra entre mis manos y reí cuando vi su número, no era cualquier gorra, era su gorra.— pero no esta, muchas gracias.— dije mientras me la colocaba.— ¿cómo se me ve?

— Se te ve preciosa.— asintió sonriendo.— todo se te ve bien de todas formas, también te tengo esto.— me pasó dos pases.— con esto puedes entrar para ver las actividades de todos.

— Que genial, estoy muy emocionada por conocer el lugar y a los demás pilotos.— los miré y me di cuenta que habían dos.— pero aquí hay dos, no entiendo.

Distancia || Charles Leclerc Donde viven las historias. Descúbrelo ahora