🌼 XXIX

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Ese mismo día, Rafael se recuperó —o eso dijo él— de pronto. Y es que lo que había leído por la madrugada le había llegado tanto al corazón que, entre toda la añoranza que tenía por David y la chacra, también sintió una inmensa felicidad recorriendo cada fibra de su ser, al punto de concebir imposible seguir postrado en la cama.

Rafael era importante para David, podía sentirse realmente amado por él y creerle cada una de esas palabras plasmadas en el papel. 

Pese a que David le dejara sus mejores deseos y aclararle a Rafael que podía seguir haciendo uso de la libertad como quisiera a partir de ahora, la motivación de este solo creció gracias a sentir el amor que su ángel le procuró.

Así que se levantó ansioso y decidido a no dejar que todo lo que estaba haciendo David fuese en vano, y se dijo que trabajaría igual de duro también.

Tenía sus ahorros de cuando laboraba en la estancia, no era mucho de gastar, ya que tampoco sabía qué tipo de cosas comprarse. Pero, si juntaba más, podría tener lo suficiente o extra para el momento donde David enviara esa carta... Esa que dijera que ya tenía un reposo fijo y así Rafael pudiera entonces «volver».

Después del mediodía se presentó frente a Esteban y Cornelia en la oficina del señor.

—Rafael, ¿ya estás mejor? ¿Cómo te sentís? —preguntó la mujer apenas verlo.

—Mucho mejor, Cornelia —dijo risueño—. Senhor Esteban, quisiera ya saber cómo voy a trabajar.

La mujer y el señor se miraron de reojo y suspiraron. Se notaron aliviados de que Rafael estuviera bien.

Le hicieron recorrer la posada, le mostraron cómo se manejaban los empleados, y luego Esteban le sugirió que se tomara el día, ya que era sábado, para practicar con la guitarra. El lunes a primera hora lo llevaría al saladero.

Y así lo hizo. Rafael salió hacia el terreno del fondo y buscó sentarse debajo de uno de los tantos árboles. No era el único en la parte trasera: tanto inquilinos como trabajadores y criados iban y venían haciendo sus cosas.

Era extraño para Rafael tener tanta gente alrededor, todavía era tímido al respecto, pero trató de concentrarse.

Comenzó a calentar tocando los acordes básicos que ya sabía de memoria y luego a improvisar un poco. Sin embargo, en un momento percibió que estaba llamando la atención de algunas personas que se paraban a escucharlo. Así que, apenado y sin poder aguantar las miradas, se levantó y caminó aún más lejos hasta conseguir la soledad necesaria.

Uno de los distanciados quebrachos fue su nuevo descanso. Esta vez, se sentó y respiró profundo algunas veces para relajarse, hasta por fin posicionar bien el instrumento en su regazo.

Despacio, sus dedos reconocieron las cuerdas y retomó el rasgueo suave y dulce de algunas melodías que, al cerrar los ojos, le traía a la mente el aroma del otoño y las copas de los árboles combinando con los cabellos de su ángel; sus abrazos y sus besos... Su mirada viva y reverdeciente... Su sonrisa única, que cuando era dedicada al mismo Rafael, a este se le aceleraban los latidos.

Se detuvo, a medio enfoque, en el horizonte un momento... Pensando seriamente en que, a pesar de que faltaba mucho para que David mandara esa carta, Rafael al menos podía intentar escribirle una como respuesta a la que ya tenía y enviársela.

—¿Y qué le diría? ¿Qué extraño todas esas cosas de él? —se preguntó sonriendo con entusiasmo.

La música lo estaba inspirando. De seguro le tomaría tiempo, pero guardando esas pequeñas frases que llegaban a su cabeza tras cada nota musical, podría escribirle sentimientos más que decentes. 

Se compraría un cuaderno y plasmaría con paciencia todo hasta poder escribir el papel perfecto para una carta. Entonces, cuando David fuera a buscar el correo, se sorprendería y quedaría orgulloso de lo que Rafael hizo gracias a él...

De solo imaginar a un feliz David leyendo... 

Ah, efectivamente lo lograría.

Desde ese momento se prometió que, en sus ratos libres, iría a tocar la guitarra para inspirarse más y más con la escritura; y no dejaría de leer cada que pudiese, así tampoco perdería esa costumbre tan grata.

Desde ese momento se prometió que, en sus ratos libres, iría a tocar la guitarra para inspirarse más y más con la escritura; y no dejaría de leer cada que pudiese, así tampoco perdería esa costumbre tan grata

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quedó cortito este cap jsjs

Una de mil • [BL]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora