🌼 XLIII

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Por fin a la madrugada, por seguir despiertos, se dieron cuenta de que la lluvia estaba parando.

Rafael entonces comenzó a moverse más calmo y los jadeos altos de los dos bajaron a simples suspiros que, además, se callaban entre besos.

—No entiendo por qué estás acá... ¿Volviste por mí? —susurró David, perdido entre la calidez, atajándose de esa espalda marcada que tanto reconocía en su amado y que le daba la necesidad de cuidar.

Rafael le besó la mejilla dulcemente, trataba de ser sigiloso y atender el comentario ajeno.

Sim... Porque te amo... y me sentía incompleto allá si no estabas conmigo...

David entrecerró los ojos, soltó aire teniendo más escalofríos por la profundidad lenta en la que avanzaba Rafael.

—Pero... tenías todo allá... Un lugar donde estar, trabajo, seguridad... Yo no puedo ofrecerte lo mismo que antes...

—No quiero que me ofrezcas lo mismo que antes... Quiero que salgamos adelante juntos. Vine por mi cuenta, ya sabía que habría carencias, pero es el camino que elegí...

—Es que... siento que no debiste haber dejado todo para volver... por alguien como yo.

Rafael lo besó confortablemente ahora en los labios, entrelazó una mano con la de David y la sujetó con un poco más de presión.

—Yo volví para ver si te encontraba, y lo hice. Estoy enamorado de vos, David, volvería siempre a vos si me dieras la oportunidad de hacerlo... —respondió en un tono seguro para convencerlo—. Además, yo era el que quería preguntarte si vos estarías conmigo, con alguien como yo... —agregó murmurando cerca del oído de David, visualizando en su cabeza aquel espacio tan vivo y abierto que imaginaba cada vez que fantaseaba con besarlo: el aroma floral, e irónicamente el sonido del mar a lo lejos.

»Yo hice mi camino solo y libre por fin, pero sería todavía más bello si me acompañaras.

Con los párpados rendidos, las lágrimas se acumularon en los cristales verdosos y su mano libre pasó a acariciar ese rostro moreno y hermoso que tanto gustaba de admirar. David hipó bajito.

—¿Aun, cuando ya no quede nada más por hacer acá y tengamos que dejar este hogar, vas a querer que te acompañe?

—Te lo estoy pidiendo... La estancia siempre será especial, pero mi hogar está donde vos estés.

—¿No seré una carga?

—No, vamos a apoyarnos juntos, como las parejas... Como trabajan Esteban y Nerina mano a mano, sé que nosotros también podemos... Incluso si antes fui un esclavo y vos dejás de ser estanciero, podemos salir adelante haciendo otra cosa, ¿verdad?

Moviendo levemente la cabeza para confirmar, David enredó sus piernas en el cuerpo de Rafael.

—Se oye lindo... —Dejó una seguidilla de besos suaves por el hombro del moreno hasta llegar a su cuello—. Quiero hacer ese camino junto a vos. Solo que... todavía necesito tiempo para terminar todo esto y acomodar primero mi vida por cuenta propia...

»Siento que soy un bueno para nada, pero quiero ver mi avance a mi manera. Quiero estar así, igual de seguro que vos después de mis decisiones.

Tras un largo suspiro, Rafael asintió con la cabeza.

Eu sé. Yo estoy decidido, pero voy a esperar por tu decisión cuando todo termine. Si me hace feliz o no, sabés que igual te amaré con todo mi corazón.

Tranquilizado con esas palabras, la ansiedad repentina, que había brotado en el pecho de David al verse en una incógnita, se aminoró.

Sí, Rafael parecía leerle la mente.

Una de mil • [BL]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora