🌼 XVI

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En navidad, Esteban y Nerina irían a pasar la Noche Buena junto a los Alvear, así que dejaron la estancia en atención de Ivonne como ama de llaves temporal, quien se tomó el papel de «Pequeña Cornelia» muy seriamente, aunque solo fueran algunos días de ausencia los de sus patrones.

Ivonne y Rafael pasaron por el pueblo para comprar algunas cosas y así compartir una noche especial.

Rafael trajo de la pulpería un vino que se le antojó dulce cuando lo cató. Ivonne seleccionó algunas frutas de estación para hacer esa sabrosa ensalada de postre, y decidieron darse el gusto entre ambos y comprar un pedazo de cordero que recién habían sacrificado.

Al llegar, Rafael se puso a preparar la carne para asarla y la muchacha fue a preparar pan.

Cuando estaba oscureciendo, en el comedor donde solían cenar solo los señores, Ivonne e Rafael se juntaron para festejar por sí mismos. Usando, cómplices, las copas elegantes donde se sirvieron el vino para brindar por seguir teniendo trabajo.

—Es nuestra primera Navidad solos, sobrevivimos a la señorita Carmen y por el momento el señor Esteban nos mantiene. Tenemos suerte —comentó Ivonne haciendo tintinear la copa contra la de Rafael.

—La última vez tuvimos que quedarnos en la cocina y trabajar tanto. Carmen invitó mucha gente extraña, recuerdo lo cansado que estaba el señor David —Rafael negó con la cabeza y una sonrisa tosca, Ivonne rio a la par del recuerdo y bebió un trago de vino que le hizo amargar la cara—. Eu quería preguntar... Não tem familia aquí, ¿cierto? —consultó Rafael mientras cortaba la carne—. Siempre vi que la gente en Navidad la pasan con la familia.

—A ver... —Ivonne alzó la mirada y luego rodó los ojos, pensativa—. Hasta donde yo sé, soy huérfana. La familia que me adoptó como criada en Montevideo era... bueno... las criadas no solo hacíamos los quehaceres —murmuró lo último algo triste—. Y además, hacían negocio vendiéndonos, por eso me escapé antes de terminar con un viejo feo y salir con un domingo siete —Rafael afligió el rostro, aun si no entendió la última frase—. Por suerte, David me ayudó. Así que digamos, como familia, no tengo a nadie, estoy sola.

—Mas nosotros somos como tu familia, ¿verdad?

Ivonne rio.

—Es lo más cercano a una familia que he tenido —Rafael asintió con la cabeza—. ¿Y tu familia, Rafa? Siempre me dio vergüenza preguntar, solo mencionaste a tu mamá algunas veces.

—Oh, bom... No recuerdo mucho la cara de ella —dijo Rafael de pronto tratando de sonar casual—. Siempre recuerdo la selva, parece que yo tenía muchos hermanos o primos, jugaba muito lá com eles, eu só me lembro das risadas. Mas, muchos fuimos separados desde pequeños. Así que la última vez que vi a mi mamá, seguro fue cuando yo tenía como cuatro o cinco años... E dela só lembro seus cafunés...

Ivonne lo miró silenciosa, cortó un pedacito de carne para ella y luego preguntó:

—¿Qué pasó después?

Rafael levantó una de sus manos y comenzó a enumerar:

—Me llevaron lejos, me vendieron de nuevo, me escapé, me capturaron, me volví a escapar, vagué... —hizo un mohín con sus labios—. Me capturó otra familia de blancos, mas como estaba muy débil tuve que quedarme con ellos por unos años. Creo que a los diecisiete o dieciocho fue que me volví a escapar y ahí terminé con los marineros un tiempo más.

—Y volviste a escapar —continuó Ivonne.

—Y me encontré con David también y terminé acá —remató agraciado.

Una de mil • [BL]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora