🌼 XLII

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David y Rafael no perdieron más tiempo.

El beso urgido que se dieron tras tantos meses sin verse, solo les provocó la inmensa necesidad de volver a reconocer sus pieles, de tomarse por completo en cuerpo y alma, de sentirse los protagonistas de un libro romántico o, mejor, que podían amarse genuinamente más que esa especie de personajes.

Ellos lo daban todo uno por el otro, así se sentía hacer el amor.

La lluvia no parecía querer parar, pero era la música perfecta de fondo para estos dos amantes tan íntimos. Que, cuando el acto tocó el final, rieron entre nuevas lágrimas de lo emocionante que había sido.

Cubiertos por la ligera sábana, David se acurrucó nuevamente en el pecho de Rafael. Podía oír todavía cómo el corazón de este seguía agitado y le causaba ternura, al mismo tiempo que una gran alegría por provocar eso. Rafael lo abrazó quedando un poco de costado y llenando la pelirroja coronilla de besos repetitivos.

El sollozo cedió y la calma los acompañó.

Era momento de procesar, de repasar todo en tranquilidad..., de disfrutarse solo existir en un abrazo desnudo y cálido junto a la persona más querida del mundo.

Se miraron fijo y, como siempre, ese brillo mutuo decía más de lo que podían exclamar en palabras.

Rafael le sonrió levemente, y peinó con delicadeza un mechón rojizo tras la oreja blanca. Se sintió un poco extraño que ahora no fuese tan largo, y David con la cara afeitada aparentaba un poco más de juventud.

Era como si ahora el muchachito que necesitaba ayuda fuese David, y Rafael era quien bajaba de la carreta e iba hacia él. Solo que, en esta ocasión, se sentía que el apoyo era recíproco, ambos buscaban levantarse con la compañía del otro.

Aun con esos cambios, Rafael seguía viéndolo como su ángel hermoso.

—Tu cabello y tu barba... —comentó sutil.

David también sonrió ligero, y entrecerró los ojos.

—Fue por comodidad. Por falta de tiempo no podía cuidarme bien el pelo largo y la barba me quedaba más larga y desprolija. Así que pasé por una barbería en la ciudad y pedí que me lo dejarán corto, y que me sacaran la barba porque era más fácil y rápido afeitarme que estar emparejándola siempre —explicó David casual en un tono suave y semirronco.

Oh, entendo... Você sempre tem que estar apresentável para o seu trabalho... —respondió Rafael, respetando el tono que el otro había empleado.

David asintió bajando el mentón, pero, al subir la mirada, preguntó con algo de vergüenza:

—¿Y... se me ve bien así?

Rafael quedó unos segundos en silencio solo para dedicarle otra de esas expresiones risueñas y no poder detener su impulso de besarlo con todo cariño en sus delicados labios. Tan cerquita, chocando sus alientos, Rafael confirmó con otro beso dulce.

Sim, eu realmente gosto de você assim, hiciste un cambio y te ves bien, você sempre fica lindo de qualquer maneira.

El señor, sonrojado al extremo con una sonrisa que no podía ocultar, optó por enmascararse entre el apretado abrazo de nuevo.

—No puedo evitar oírte que estás hablando como un donjuán. Tan galán —murmuró David provocando una risita en Rafael.

—Ah, es porque estuve practicando con muchos libros, porque bueno, tengo que estudiar mucho para escribir una carta muy linda...

David suspiró fuerte, acariciando el brazo que lo envolvía con cuidado.

—¿Estás escribiendo una carta?

Una de mil • [BL]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora