🌼 XL

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A pesar de que dijo que estaba bien con esperarlo, Rafael no solo sentía las carencias de la chacra, la falta de comodidades y limitaciones, sino que estaba atravesando un bloqueo de escritor que lo hacía sentir horrible consigo mismo.

Tenía el material, tenía el espacio, tenías las herramientas, tenía todo el tiempo que quisiera, pero simplemente no podía continuar la carta porque la inspiración no llegaba...

—¡Agh, es tu culpa, Rosa! —la acusó cerrando su cuaderno de golpe y se colocó el lápiz a reposar sobre su propia oreja.

En tanto la mujer, con su bebé upado, se sentó al lado del muchacho.

Rosa acomodó a Bautista sobre su regazo y aceptó el mate arreglándosela con una de sus manos, sorbió como si lo que acababa de decir Rafael no fuese la gran cosa.

—¿Qué es mi culpa? —preguntó con una sonrisa ladina y le devolvió el mate.

Rafael se mordió el labio inferior mostrando irritación.

—No puedo concentrarme en escribir por estar al pendiente tuyo y de Bautista. No puedo sacarle los ojos de encima sin ver que estén por hacer algo mal o meterse en un lío.

Ella dejó a su bebé gatear de nuevo y se acomodó mejor en la mecedora.

El verano era caluroso, pero Rosa no se negaba a un mate caliente gracias a la frialdad del interior de la morada. La cerámica, el techo alto, cantidad de ventanas abiertas y las paredes anchas eran ideales para resguardarse de las temperaturas rojas.

Luego de fingir meditar lo dicho por Rafael, le dio un golpe en la cabeza a palma abierta, haciendo que, por sus rizos, rebotara un poco.

—Yo me estaba cuidando sola antes de que llegaras, y David me confió la chacra. Te recuerdo eso, nene.

Rafael frunció el ceño, pero no se aguantó la risa. Simplemente, desde que comprendió la personalidad ajena, se daba la confianza de bromear con ella así.

Rosa era una mujer de mucho carácter, demasiado para lo que Rafael quería enterarse. Era pueblerina de Alejandro Korn, pero de más joven se había ido a la ciudad ilusionada por conseguir un gran trabajo. Lamentablemente, terminó como prostituta y un hijo de padre desconocido. Un cliente se obsesionó con ella y la mujer tuvo que defenderse hasta el límite, lo que la metió en grandes problemas con el entorno y se vio obligada a volver.

Pero al estar tan pobre y desamparada, con un hijo en brazos, siendo rechazada por su familia y por cualquier persona del pueblo, tuvo la fortuna de cruzarse con David.

Apenas por su llegada y el escándalo que sus familiares —devotos tremendamente religiosos— hicieron al negarle la bienvenida, se corrió el rumor por todo el pueblo de que esa mujer era de lo peor y que debían correrla, de ser necesario arrestarla para mantener la tranquilidad de ese bendito lugar ante tal vulgaridad.

Como ella misma dijo, no era santa. Y por eso, incluso después de enterarse de que David podía ser homosexual y que ahora su supuesto amante había venido por él, no tenía intención alguna de marcharse ni ser desagradecida con la única persona que le brindó cobijo.

Rosa era extrovertida, aguerrida, hermosa y con bonitas curvas. Tenía un cabello negro muy largo que solía todavía cuidar igual con lo poco que tenía. Cualquier hombre podría caer ante sus encantos y perjudicarla más de lo que ya había padecido. Así que ella quería estar lejos de ellos porque ya en casi nadie confiaba, y solo quería darle lo mejor a Bautista.

Menos mal que fue David quien la rescató... O eso pensaba Rafael, ya que estaba seguro de que la homosexualidad de David era más fuerte que cualquier encantadora mujer y que solo lo hizo por bondad.

Una de mil • [BL]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora