🌼 XLIV

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Las jornadas que parecían duramente eternas, un día dejaron de pesar tanto, y se hicieron un poco más ligeras para David.

Por su parte, Rosa y Rafael se hicieron buenos amigos. Gracias al moreno, la mujer aprendió a cuidar bien de las plantas y recoger orgullosamente sus primeras cosechas; y eso era un gran incentivo para los dos hombres, que consideraban que una profesión como el cultivo o la jardinería podría mantener a salvo y digna a Rosa y Bautista en un futuro.

Los corrales ya casi estaban vacíos, a no ser de algunas gallinas ponedoras y uno de los caballos alazanes que David mantuvo. Los cuartos de la gran estancia se fueron limpiando uno por uno, y los muebles de sus interiores se tapaban con largos mantos blancos, para luego cerrar las puertas con llave. Solo dejaron los que usaban los cuatro en la cotidianidad.

Ahora David se organizaba mejor con el trabajo, así lograba que sus reposos fueran más largos y descansaba mejor. Se lo veía más feliz, más alegre, hasta con las mejillas más hinchadas de tanto que sonreía en compañía de Rosa y Rafael.

Tenuemente se asomaba el otoño otra vez...

Rosa había mencionado que pronto, por cómo se estaban deshojando los árboles, se acercaba su cumpleaños, así que eso hizo poner en alerta a Rafael. ¡No podía permitir que esa maldición de los cumpleaños solitarios se repitiera! ¡Tenía que romperla!

En una de las vueltas por el pueblo, Rafael pasó por la escuelita que habían fundado ese año, y llamó al portón, siendo atendido por un maestro al que le pidió si tenía para mostrarle un calendario. Estaba seguro de que allí tendrían uno debido a que, en sus clases con David, este siempre le hacía anotar la fecha como rutina, pero actualmente no había ninguno en la casa más que el de la agenda de notas personales de David y no siempre quedaba a mano para chusmearlo.

El maestro se lo permitió y, allí sentado en la vereda con su cuaderno, Rafael usó seis hojas, las dos caras, para hacer su propio calendario de 1885. Se tardó un poco, pero al terminarlo, se sintió orgulloso y agradeció una y otra vez al maestro quien, aun con sus prejuicios, se sorprendió de lo ingenioso que había sido Rafael.

Gracias al nuevo calendario de Rafael, un 20 de abril, pudieron celebrar el cumpleaños de Rosa haciendo una tarta de membrillo. Ella estaba sumamente contenta y agradecida por tener a Rafael y David de amigos en una parte tan dura de su vida.

Ella era una mujer que siempre parecía fuerte, mas esa vez, entre risas, no dejaba de lagrimear por todo.

Estaba muy conmovida y abrazaba con fuerza a Bautista, diciéndole que por fin tuvieron un «cumpleaños normal» que festejar. Sin olor a tabaco ni alcohol; ni mujeres ni inocentes con ropa reveladora alrededor; ni viejos babosos por doquier persiguiéndolos. Un cumpleaños con una pareja de homosexuales que siempre fueron amigables con ella, ese le parecía el cumpleaños más bonito y común que había tenido junto a su precioso hijo.

Rafael quedó sensible y emocionado por eso.

Ahora, con ese calendario, no podía perderse el cumpleaños de David. Su primer cumpleaños realmente festejado junto a él. Estaba ansioso.

Y aunque se hiciera desear, el mes de julio llegó con un gran entusiasmo en el corazón del moreno, y que se jodiera el destino si se quería interponer, él haría lo imposible para estar allí con David ese día.

Junto con Rosa, prepararon una canasta de picnic y le insistieron a David de visitar la laguna. Este, recién despierto, no entendía del todo qué estaba pasando cuando los otros dos se mostraban tan risueños e inquietos. Pero de pronto, Rafael fue corriendo a traer su cuaderno y mostró una hoja en particular de su calendario.

Una de mil • [BL]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora