🌼 XLVIII

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La primavera estaba por llegar, con eso la nueva flora se asomaba en el jardín, y el 17 de septiembre fue el cumpleaños de Rafael, que sí, pudieron pasar todos juntos. Aunque, como no era nada exigente en tanto cortejo se tratara, Rafael solo quiso de regalo una comida sabrosa y bien elaborada.

Por suerte, Rosa tenía la receta perfecta, y por supuesto encantó el paladar de los varones.

—Podría comerme la olla yo solo —comentó Rafael degustando ya su segundo plato—. Gracias por esta comida, Rosa.

—Lo mejor de lo mejor para el cumpleañero. Además, me encanta este plato. En mi casa, cuando era chiquita, hacían olladas de locro, hablo de ollas enormes y, lo mejor era hacerlo en fechas conmemorativas, porque la gente del pueblo se acercaba a pagarles a mis papás y a mis tíos una porción. Les encantaba, así que traían sus propios platos. Y mis papás contentos si ganaban mucha plata dándoles dos cucharones generosos —Rosa estaba sentada con un Bautista bastante más grandecito sobre su regazo y tomó una cucharada para soplarla y compartirla con él—. Está caliente, bebé. Cuidado.

Bautista estaba ansioso por comer esa exquisitez y, de inmediato después de hacerlo, pedía otro poco abriendo la boca. Era una escena muy tierna entre madre e hijo.

—Está delicioso, sin dudas —concordaba riendo David mirando al niño.

—¡Oíganme, se puede vender en la pulpería cuando haya una fecha importante! —sugirió Rosa de repente.

—Oh, como ingreso aparte —David lo meditó.

—¡Quiero, cuenten conmigo! —exclamó Rafael. Buscaría cualquier excusa para volver a comer ese platillo aunque ni supiera cuáles eran las fechas importantes.

—Eran fechas patriotas, ¿verdad, Rosa? ¿Un veinticinco de mayo estaría bien? —consultó David, debería pasar por el municipio y revisar qué otras fechas tener en cuenta.

—¡Sí, o el nueve de julio! —Rosa se encontró bastante orgullosa con su idea—. Hay que conseguir una olla muy grande.

—Vamos a encargarnos de eso entonces, así ya te queda lo necesario en el negocio —concluyó David.

Rafael bufó un poco sintiéndose de lado.

—No hablen tanto de trabajo en la mesa de mi cumpleaños, soy el festejado hoy, dejen de pensar en otras fechas.

David halló tierno el reclamo de su amado mientras que Rosa se reía pidiéndole perdón.

Después del horario de la siesta, atendieron la pulpería un poco más y ya cuando oscureció pudieron cerrar

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Después del horario de la siesta, atendieron la pulpería un poco más y ya cuando oscureció pudieron cerrar. Cenaron el locro que había sobrado, pudieron bañarse en el pequeño cuarto que habían adaptado para eso, y todos estuvieron listos para acabar el día.

Entonces, en la noche, Rafael y David se fueron a acostar en su propia habitación.

David estaba decidido a darle mucho amor a su adorable cumpleañero, desde los mejores cumplidos hasta las mejores posiciones.

Una de mil • [BL]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora