🌼 XLIX

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El amor de David y Rafael siempre se vio rodeado de encuentros y desencuentros, dolor y sentimientos fuertes de empatía, corazones rotos y felicidad.

Cuando, unidos como pareja, ambos hombres tuvieron que despedirse de Rosa y Bautista, pudieron sentir en sincronía la cruda tristeza de dejar un ser querido a un costado para continuar sus propios caminos.

Rafael no lo había considerado del todo con Cornelia e Ivonne, porque pensó que ellas estando juntas estarían bien y no les dolería tanto su partida. Mas, ahora, se sentía culpable por no haber sido delicado con ellas, aun si sabía que las volvería a ver porque David se lo confirmó cuando le contó su deseo de estar cerca de ambas, ya que eran parte de la familia que él mismo escogió.

Sin embargo y, por otra parte, notando lo independiente que era Rosa, la pareja solo podían conformarse en pensar que el niño Bautista siempre estaría allí para cuidar a mamá, que juntos cuidarían el amado jardincito, la pulpería y la casita.

—Más vale que sigan juntos en las buenas y en las malas, no renuncié a David en vano —dijo Rosa mientras le daba un abrazo a cada uno y los hacía reír entre lágrimas—. ¡Pucha, no sean maricones, son hombres, carajo! —les reclamó.

—¿Y cuál es la mentira? Aparte, vos también estás llorando —señaló Rafael en un intento de aminorar su sollozo con risas.

Y sí, Rosa comenzó a llorar de a poco sin poder remediarlo. Era demasiado para ella.

—Voy a extrañarlos como no se imaginan, pedazos de malditos. Los quiero mucho. Cuídense y no dejen que nadie les haga daño... Aunque Dios abandone a gente como nosotros, voy a rezar a cualquier ser que me escuche para que me los proteja —agregó Rosa a medida que su voz se iba quebrando.

Sabía que no podía quedarse con ellos para siempre, pero no era una mujer caprichosa y no les impediría nunca que marcharan si era para mejor.

David, totalmente sensible abrazó a Rosa llorando un poco con ella y luego la miró con una sonrisa sumamente grata.

—Ya podés comenzar a vivir. Tener esta independencia para vos y Bauti era tu sueño, ¿verdad?

Rafael observó a David sorprendido tras oírlo decir eso, y se conmovió al instante cuando Rosa bajó la cabeza confirmando con un «sí» de labios sellados detrás de las manos que ocultaban su apenado rostro.

—Gracias a los dos por ayudarme a cumplirlo —logró ella hacerse oír.

Así que lo de cantar aparentaba ser algo de segundo plano para ella.

Rafael sonrió ladino. David la entendía más y sabía que lograr una independencia y una seguridad propia y para su hijo era el mayor sueño de Rosa.

Los dos ayudaron a cumplir ese sueño... Rosa cumplió una meta que, sola, siempre vio lejana.

Así como dijo Halima, el momento de presenciar su bondad se daría, y él estaría allí para notarlo. Porque lo bueno volvía.

Desde que consiguió la libertad, nunca pudo solo y siempre hubo gente alrededor que le brindó un poco de bondad para continuar su camino. Sin darse cuenta, él también lo había hecho. Como si hubiera sido parte de una enorme red que, incluso si se hacía esperar, retribuía lo que se daba.

Y también pudo comprender por qué prefirió escaparse de la posada en vez de enfrentar a sus dos amigas... Las despedidas con la gente querida eran de las cosas más dolorosas y agridulces. Las presenció siempre acompañado, pero ser el protagonista de las mismas era algo muy duro de procesar.

Quizá hubiera podido empatizar más y recibir palabras bonitas como Rosa estaba haciendo con ellos, pero también estaba el miedo de que ellas intentaran retenerlo.

Una de mil • [BL]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora