Un mundo extraño II

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Parte II

AlfaGuillermo - Animal Panda Rojo
OmegaMessi - Animal Lobo
Omegaverse - Híbrido
Temática sobrenatural
Shipp Mechoa ¡Lo juro!

− Nuestra nueva orden ha llegado y serviremos a la sociedad Iscariote... Nosotros junto con el salernitana tendremos la misión de capturar a los sietes arcángeles así que viajaremos a Italia para encontrarnos con ellos junto con Rafael Márquez y el resto de su secta. – explicó Scaloni. Podía observar como aquella manada se miraba entre sí dudosos de esas palabras, era la primera vez que los harían trabajar con otra manada de la cuál tenían escasa información, así que el jefe mayor soltó un largo suspiro – Solo vamos a obedecer y listo, hemos encontrado a uno. Es mexicano y Andrés Guardado lo llevó para ese lado del mundo, así que sin quejas... alisten maletas, partimos esta noche – y con ello finalizó antes de salir de aquella habitación en silencio.

En Italia las cosas eran igual de tensas para Sousa, el patriarca les había informado de la nueva misión y todos se mostraban dudosos de querer trabajar con aquellos argentinos – No es opción, me informaron que uno de los arcángeles está aquí en Europa y tenemos que ir por él... poco a poco nos irán informando sobre el resto. – Todos soltaron una queja vacía para irse a sus habitaciones algo enojados hasta que el menor de todos ellos se acercó un poco tímido − ¿Qué sucede Hans? – preguntó Sousa.

− Yo... solo tengo una duda, me estoy adaptando a todo esto y me gustaría saber cuales serán mis actividades aquí ¡Quiero ser de ayuda! – expresó el joven omega tímidamente, Sousa solo sonreía de forma tierna y palmeó sus hombros de forma cariñosa. Hans apenas tenía algunos años con ellos en esa manada, nacido en una familia de brujos y que servían a pequeñas sectas. Sousa esa noche le habían asignado asesinar al patriarca principal llamado Alfonso Di Fiori, un hombre con gran un gran narcisismo que usaban su encanto y persuasión para reclutar a jóvenes omegas, betas para que le sirvieran así que viajo a Sicilia. Aquel hombre usaba el nombre de la organización Salernitana para someterlos a su voluntad, los violaba, abusaba, torturaba a los rebeldes y traidores, realizaba trata de humanos e inclusive asesinaban por diversión para luego devorarlos y no podían seguir permitiéndolo así que esa noche tras asesinar a todos entregaron los cadáveres a los Ghouls como recompensa.

– Un festín para una semana, cuando desees nuestro apoyo estaremos a tu disposición, nuestra lealtad con ustedes es por siempre Sousa... – dijo el demonio necrófago mientras estrechaba una de sus manos al alfa mayor.

  No te preocupes... no dudaría de ustedes y pueden estar tranquilos, cuando su reserva se acabe les entregaré más carne humana para un largo tiempo, nosotros lo cazamos por ustedes...  – dijo con una de sus cejas alzadas el portugués. Él único sobreviviente de esa masacre fue aquel omega de cabellos rubios que lloraba por su vida, Candreva en ese momento pudo oler la bondad del humano y le dieron dos opciones – Se uno de nosotros o morir, tus dones pueden ser de utilidad – fue lo único que dijo Sousa y el humano, abrazó al alfa vampiro que lo sorprendió por completo y Hans fue transformado en un vampiro.

Sousa soltó un suspiro al recordar toda la historia del último integrante – Aún seguirás en entrenamiento, tus misiones serán donde yo vaya... practicaba la magia para poder ser de utilidad cuando alguno salga herido – le explicó al cachorro.

Si algo tenían en común ambos bandos era la familiaridad con la que vivían y a pesar de ser unos asesinos sedientos de sangre, carne y poder eran leales entre sí. Desde vampiros, Ghouls, hombres lobos hasta diferentes tipos de demonios, el mundo tenía muchos secretos y la noche solo pertenecía a lo sobrenatural donde una guerra se libraba para el dominio del mundo. Así que después de organizar todo la mansión para recibir a la Scaloneta, estaban en el salón principal donde ambos patriarcas se saludaban con una sonrisa seguido de un abrazo mientras sus hijos solo se mal miraban entre sí – Me disculpo de antemano, lo que mis queridos niños podrían ocasionar... – expresó Scaloni apenado.

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