Destino

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Toma mi mente y llévate mi dolor,
como una botella vacía toma la lluvia.
Y sana, sana, sana, sana.
(Tom Odell, Heal)

Crecer en un entorno donde la violencia es una muestra cariño o ser testigo de todas infidelidades de tu padre hacia tu madre, es algo que nadie debería pasar ¿Por qué traen hijos al mundo sin no van a obsequiarles, aunque sea una pizca de amor? Desde pequeño sufría la ausencia de su madre, estaba físicamente con él, pero su mente y sus sueños eran otros y Guillermo Ochoa no formaba parte de ello, pero...

¿Cómo le dices eso a un niño? Era una mujer que jamás le mostró afecto y solía rechazarlo, alejarlo cada vez que Ochoa necesitaba a su madre. Su padre había regresado después de nueve meses, su madre estaba feliz de volver a intentarlo, aunque sus tardes siempre eran acompañado de gritos, peleas y se enojaban por todo. La ilusión de tener a un padre amoroso se esfumó y la navaja de afeitar era su único amigo en sus noches solitarias, disfrutaba de ver caer su sangre a través de del lavabo, contando las gotas que caían para calmar su alma.

Natalia Magaña optó por el camino fácil y se fue a otro país sin decirle adiós a su hijo, dejándolo con su padre abusivo. Quién le obligaba ir con él todos los días después del colegio a trabajar en el bar de mala muerte que tenía – ¿Tengo que ir? Quiero ir a jugar un rato, papá – Era algo que preguntaba todas las tardes en un tono triste. Desde pequeño le costaba socializar y prefería encerrarse en su propio mundo, recibía burlas sin saber el motivo o era acosado por los estudiantes de otros grados.

Cuando tenía nueve años estaba emocionado por las clases de natación y agradecía a su abuelo por convencer a su padre, pero solo fue por algunas semanas. Un niño lo había empujado en la piscina dejándolo a su suerte y se ahogaba, pataleaba por su vida hasta que sintió un leve jalón que le ayudó a salir, aunque escuchaba las risas de todos lo único que pudo hacer en ese momento, fue irse corriendo a casa ignorando los gritos de un desconocido.

Los años pasaban para Guillermo de forma tortuosa y odiaba ir al colegio, ni siquiera podía participar en algún evento escolar por no saber controlar su pánico escénico. Su último cumpleaños lo detestó, fue el día en que su madre le pidió que lo dejara de buscarla e hiciera su propia vida.

"Guillermo, tengo una familia que cuidar... deja de buscarme, no destruyas lo que tanto he anhelado."

Desde muy pequeño empezó a tomar medicamentos antidepresivos y poco a poco su sonrisa se iba borrando, su abuelo era su único sostén a la vida. En el colegio tenía problemas para poder socializar ¡Todo el descanso almorzaba en el cubículo del baño! Y ni hablar del día del padre o la madre, esos eventos escolares donde veía a sus compañeros del colegio con sus familias riendo feliz mientras iban por algún helado o raspado.

Él estaba solo como un espectador en el salón de clases ahogándose sus lágrimas para que no lo llamaran niña, maricón, solo por expresar sus sentimientos. A pesar de todo le gustaba mucho las festividades navideñas y se enforzaba por encajar con los demás niños de su edad, pero sin éxito así que se refugiaba en los estudios para ignorar las voces molestas de su cabeza.

Pero todo se derrumbó para Guillermo cuando su abuelo falleció siendo su único pilar y cuando su madre regresó a México para el funeral de su padre, encontró a su pequeño delgado, serio y sin ánimos de nada. Fue en ese momento donde el pequeño tuvo nuevamente una ilusión donde sería llevado por su madre, a formar parte de la nueva familia que tenía, pero se fue sin despedirse nuevamente.

Seguía la vida de su madre a través de las redes sociales y odiaba a ese niño que tenía como hijo ¿Por qué él podía gozar de su madre? ¿Por qué él es feliz y él no? ¿Por qué su madre lo ama y a él no? ¿Qué tenía ese chico que él no?  ¿Es por que la sonrisa de su hermano Andrés Guardado era más bonita que la suya? Y los meses maduraron el cuerpo del rizado, pero no mente, aplicó para la universidad y aunque quedó aceptado. El dolor emocional que cargaba le hizo darse de baja y terminó en un hospital psiquiátrico por su padre, quién no deseaba hacerse cargo más de él.

Pequeños cortos Mechoa y demás shipsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora